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Mensaje  Paula Dom Sep 16, 2012 12:48 am

La sentencia del pescador
Leyenda japonesa

Leyendas  ........ 1zjhuv

Un joven samurái se dedicaba a prestar dinero y a vivir de la usura amedrantando a los malos pagadores, sin importarle nada la vida de nadie. Uno de los endeudados era un pescador a quien visitó para recuperar su dinero. El pobre pescador huyó aterrorizado del genio del samurái, pues no tenía dinero para saldar sus deudas.

Horas y horas anduvo el usurero buscando a su presa, hasta que lo encontró escondido en la maleza. Al verlo asustado él se hizo más grande y bravucón, enfadado por no recuperar su dinero. El pescador quiso decir unas palabras antes de morir y el samurái le dio esa oportunidad.

El pescador comentó que estaba estudiando filosofía y que su frase preferida era: “Si alzas tu mano, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza, restringe tu mano”. El guerrero quedó impactado por las diferentes lecturas que podía hacer de dicha frase. Le recomendó al pescador que siguiera estudiando, pues le daba un año más para conseguir dinero.

Cuando el samurái volvió a su casa por la noche, agotado y deseoso de ver a su esposa, vio que había luz en su habitación. Entró silencioso y vio a su esposa acostada con alguien a su lado. Pensó que era otro guerrero y sacó su espada sin hacer ruido con intención de deshacerse del amante de su mujer. Pero le vinieron a la mente las palabras del pescador: “Si tu mano se alza, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza, restringe tu mano”.

Así que decidió cambiar de técnica, e hizo como que entraba de nuevo en la casa y dijo en voz alta que ya había llegado. Su mujer se levantó, contenta del regreso de su marido, para saludarlo y recibirlo. Se había acostado con su hija, vestida de samurái, pues tenía miedo de los desconocidos mientras él no estaba en casa.

Al año siguiente el samurái fue a casa del pescador, quien lo estaba esperando para darle lo que le debía más los intereses; pero el samurái le dijo al pescador que no le debía nada, que él era el verdadero endeudado.


Última edición por Paula el Dom Sep 16, 2012 1:13 am, editado 2 veces
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Mensaje  Paula Dom Sep 16, 2012 12:53 am

EL PUENTE DEL INCA
Leyenda calchaquí

Leyendas  ........ 6td5w3

Sobre tierra argentina, en la región de Mendoza donde la Cordillera de los Andes despliega en espléndidas galas la majestad de su belleza, se encuentra el Puente del Inca, el famoso puente que la Naturaleza ha tendido entre ambas orillas de un torrentoso río de la cordillera, que corre entre cerros de cumbres nevadas.

En la base de uno de esos cerros, al borde mismo del río, al pie del famoso puente, se encuentran fuentes de las que brota el agua a borbollones, agua caliente de excelentes virtudes medicinales.

Todo es allí magnífico y grandioso. Cuando la nieve cubre con soberbio manto de blancura el Puente del Inca, su visión es maravillosa. Se admira entonces una enorme masa de hielo tornasol con los colores más bellos de una aurora en primavera.
Del puente cuelgan cortinados de hielo que parecen de algodón, y algunas composiciones minerales se agrupan formando originales jarrones de colores, por los que se deslizan las estalactitas.

En ciertas mañanas el puente parece de oro, y el reflejo de su luz forma arco iris con la nieve y el agua de las cascadas.
Esta obra prodigiosa de la Naturaleza, trae al espíritu del que la contempla la sensación profunda de hallarse en un mundo de maravillosa fantasía.

La imaginación de nuestros indios tejió su leyenda alrededor de ella; le dio a su existencia un origen divino: sólo los dioses pudieron crear obra de tan grandiosa y sorprendente belleza.

He aquí la leyenda:
Estaba ya próximo el fin del Inca del Imperio, y su sucesor, su único hijo, se encontraba gravemente enfermo.
El pueblo, que sentía adoración por el futuro monarca, elevaba sus ruegos al dios Inti (Sol), a Mama-Quilla (la Luna) y a todos los dioses, haciendo sacrificios en su honor por la salud del enfermo. Pero ni los médicos del Imperio ni las súplicas del pueblo devolvían la salud al inteligente y bondadoso príncipe. Si éste llegaba a morir, desaparecía con él uno de los más poderosos Incas del Imperio, que habría de gobernarlos con verdadera sabiduría y justicia.

El temor de su muerte llenó de tristeza al pueblo, que no cesaba de interrogar a los dioses cuál era el remedio eficaz para salvar la vida al futuro monarca.

Al fin consultaron a los amautas (filósofos), y ellos dijeron que el príncipe recuperaría la salud, si se bañaba en las aguas de un maravilloso poder que existían en regiones del continente muy apartadas.

En efecto: sabían que en lugares lejanos, en dirección al sur, entre las rocas de los cerros de la cordillera, brotaba el agua buena que curaba a los enfermos de todos sus males. También aseguraron que para llegar hasta esas fuentes había que recorrer largas distancias, atravesar desiertos y escalar montañas.

Los sacerdotes, los sabios y los médicos decidieron el viaje del príncipe a tan lejanas regiones, y sin pérdida de tiempo comenzaron los preparativos para realizarlo.

En una mañana de sol, luminosa y clara como la esperanza de devolver la perdida salud al príncipe de los Incas, partió del Cuzco en dirección al sur, la larga caravana de viajeros que había de conducirlo hasta las fuentes de las que brotaba el agua salvadora.

Acompañaban al príncipe, nobles, sabios, sacerdotes y médicos. Los seguía una recua de llamas cargadas con víveres y todo lo necesario para tan largo viaje.

Muchas, muchas lunas duró la travesía. Montañas abruptas, valles tranquilos, campos desiertos, verdes praderas, ríos, arroyos, pasaron ante los ojos de la larga caravana que, llena de asombro, admiraba cuadros maravillosos en los que la Naturaleza parecía haber reunido toda su grandeza y su esplendor.

Durante la noche veían las montañas como si fuesen espectros gigantescos, y oían salir de las entrañas de la tierra y de los precipicios, roncos acentos que el eco repetía como voces misteriosas en la inmensidad del espacio.

Al llegar a cierto lugar, se quedaron los indios maravillados ante la imponente majestad de uno de los colosos de la cordillera, y exclamaron con asombro: ¡Acon-Cahua!
Esto traducido de su idioma, el quichua, significa: “vigía o centinela de piedra”.

Se encontraban ante nuestro grandioso Aconcagua, el pido más alto de nuestra cordillera y uno de los más elevados del globo.

A poco andar, llegaron al fin, en las últimas horas de la tarde, a una quebrada en cuyo fondo corría encajonado un río torrentoso que bramaba entre las piedras de su profundo lecho.

Se detuvieron; y el sonido estridente de la kepa (clarín) anunció que allí se encontraban las fuentes del agua salvadora que buscaban. Pero esas fuentes estaban en el lado opuesto de la quebrada; la distancia que los separaba de ellas era demasiado grande y el camino inaccesible.

¡Creyeron desfallecer ante el obstáculo insalvable que se les presentaba!...Pasaron allí la noche cavilando en el modo de llegar a las fuentes, mas al amanecer del día siguiente, les fue dado presenciar el hecho más maravilloso que imaginar podían.

Cuando las primeras claridades de la aurora comenzaron a colorear la nieve de los montes vecinos, hubo un momento indescriptible en que, ante el asombro de los aborígenes, los picos helados parecieron inclinarse hacia la quebrada.
Inmensos peñascos caían desde colosales alturas, al mismo tiempo que grandes trozos de hielo desprendían de las cimas. Unidos unos y otros, formaron un puente magnífico por el que podía llegarse sin dificultad a las fuentes del agua maravillosa.
De este modo, el poder sobrenatural de los dioses, acercó al príncipe de los Incas a las fuentes de las aguas buenas, las que le dieron la salud y la vida; y a su pueblo, la alegría y la calma.

Así fue cómo la larga caravana que viajó desde el Cuzco, regresó jubilosa, llevando en sus ojos la visión encantada de la grandeza sublime de nuestras montañas y del poder sobrehumano de sus dioses buenos.

Los indios llamaron al puente maravilloso, el Puente del Inca.

Cuentan que al acercarse la noche, cuando los cerros que lo rodean se esfuman como envueltos en velos de suaves colores, una larga caravana de figuras extrañas parece cruzar de unos montes a otros, mientras el cantar del agua de las cascadas rompe gozoso el profundo silencio de las montañas inmensas.


Última edición por Paula el Dom Sep 16, 2012 1:34 am, editado 1 vez
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Mensaje  Paula Dom Sep 16, 2012 1:04 am

El Palacio de Linares
Leyenda española

Leyendas  ........ 9joep2

Don Mateo de Murga había conseguido hacer fortuna en Cuba. Presumía de ser una persona liberal, no tuvo reparos en enamorarse de mujeres bellas sin mirar su “pedigrí”. Por muy liberal que fuera el marques, jamás reconocería la paternidad de ningún hijo.
Don mateo tuvo un hijo, José, al que aconsejo que se casara por amor, sin que le importarse la condición social de la muchacha.
José se enamoraría de Raimunda Osorio, hija de una estanquera. Cuando se lo contó a su padre, éste intento disuadirle, como no lo consiguió, envió a José a Londres para que se olvidara de su amor.

Meses más tarde le llegaría un telegrama de Madrid comunicándole el fallecimiento de su padre. José regresó a Madrid, poco después se casaría con su amada Raimunda. José Murga fundó junto a su esposa Raimunda de Osorio varios centros beneficios en distintos lugares. Cuando todos dieron la espalda al rey Amadeo de Saboya, el le apoyo. En agradecimiento, el rey le concedió el marquesado de Linares. Más tarde, apoyó económicamente al rey Alfonso XII para que subiera al poder. El rey le recompenso con el titulo de vizconde de Llantero. Cuatro años más tarde, se le concedió la gran cruz de Isabel la Católica, fue entonces cuando decidió construirse un gran palacio.

El palacio comenzó a edificarse en el año 1873, es de estilo francés con tapices elaborados por la real fabrica de tapices y tiene cuadros de los mejores pintores de la época.
Un día, resolviendo unos papeles de su padre, encontró una carta cerrada dirigida a él con su antigua dirección en Londres. En la carta relataba su relación con una estanquera y que de esta relación nacería una hija, Raimunda, la persona de la que se había enamorado. José se desplomo, cuando recobro el sentido pidió a Raimunda que leyese la carta. Raimunda no se lo podía creer, horrorizada comento a su marido que estaban condenados, pues su madre antes de morir maldijo al causante de sus desgracias y a toda su descendencia.
A partir de ese descubrimiento la vida cambiaría para esta pareja, pues estaban condenados a vivir en castidad: José viviría en la planta de abajo, y su mujer en la planta de arriba. Las malas lenguas dicen que no fueron tan castos, y tuvieron una hija, que mataron al nacer y enterraron en el jardín. Otro rumor que circulo por la época, fue que la hija que adoptaron, Raimundita, era hija del marques con una de sus criadas. La niña fue bautizada con los apellidos de Avecilla Aguado.

Raimunda murió de pena en 1901, su marido moriría cinco meses después por un “disparo fortuito”, se suicido. Sus cuerpos fueron enterrados en la cripta del hospital de san José y san Raimundo de linares que fundaron ellos.

Raimundita heredaría todos sus bienes. Se casó con el conde de Villapadierna, tuvieron dos hijos: María y José María. María fue asesinada por las milicias en las escalinatas del palacio. A José María se le conoció por su afición al juego y a sus amores con Rita Hayworth.

Hubo muchos intentos de vender el palacio a otras familias de la aristocracia, pero ninguna quiso vivir en una casa con una leyenda tan maldita ni muchos menos con el fantasma del marques.

Durante la guerra civil el palacio fue asaltado y destrozado en muchas de sus estancias. El palacio lo compro la compañía transmediterranea, pero no instalo su sede en el. Después lo compraría las cajas de ahorro, que tampoco se instaló. Después de pasar por muchos dueños, el ayuntamiento se lo compraría a Emiliano Revilla para instalar allí la casa de América. Cuando empezaron la obras de rehabilitación empezó a oírse que en palacio ocurrían sucesos extraños. Carmen Sánchez pidió permiso al concejal para realizar psicofonias en su interior. Una de esas noches, ella misma pudo escuchar pisadas y ruidos. Cuando Carmen hace publicas las psicofonías de las voces de los fantasmas, produjo una gran conmoción en la opinión publica. Todos los medios de comunicación decidieron pasar una noche en palacio en la madrugada del año 1990, pero aquella noche no quiso aparecer el conde. Los fantasmas de Linares no perdonan, cuatro días más tarde, Carmen Sánchez era detenida por presunta falsificación de cheques. Tenía una orden de búsqueda y captura desde hacía diez años por firmar cheques sin fondos. También se supo que no figuraba en ninguno de los colegios profesionales de psicología y psiquiatría, con lo que no podía ejercer su profesión. También pensaba escribir un libro sobre los fantasmas de Linares, que seguramente vendería como rosquillas, pero los fantasmas de Linares la habían delatado, se habían vengado así de ella por descubrir sus secretos.
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Mensaje  Paula Dom Sep 16, 2012 1:11 am

El Chajá
Leyenda Guaraní

Leyendas  ........ Szk9hs

El anciano Aguará era el Cacique de una tribu guaraní. En su juventud, el valor y la fortaleza lo distinguieron entre todos; pero ahora, débil y enfermo, buscaba el consejo y el apoyo de su única hija, Taca, que con decisión acompañaba al padre en sus tareas de jefe.

Taca manejaba el arco con toda maestría, y en las partidas de caza, a ella correspondían las mejores piezas, constituyendo el trofeo de su arrojo ante el peligro. Todos la admiraban por su destreza y la querían por su bondad. Muchas veces había salvado a la tribu en momentos de peligro, reemplazando al padre que, por la edad y por la salud resentida, estaba incapacitado para hacerlo.

Aparte de todas estas condiciones, Taca era muy bella. De color moreno cobrizo su piel, tenía ojos negros y expresivos, y en su boca, de gesto decidido y enérgico, siempre brillaba una sonrisa. Dos largas trenzas negras le caían a los lados del rostro. Un tipoy cubría su cuerpo hasta los tobillos, y con una faja de colores que los guaraníes llamaban chumbé, lo ceñía a la cintura.

Las madres de la tribu acudían a ella cuando sus hijos se hallaban en peligro, seguras de encontrar el remedio que los salvara. Era la protectora dispuesta siempre a sacrificarse en beneficio de la tribu.

Los jóvenes admiraban su bondad y su belleza, y muchos solicitaron al Cacique el honor de casarse con tan hermosa doncella. Pero Taca rechazaba a todos. Su corazón no le pertenecía.

Ará-Naró, un valiente guerrero que en esos momentos se hallaba cazando en las selvas del norte, era su novio y pensaban casarse cuando él regresara. Entonces el viejo Cacique tendría, en su nuevo hijo, quien lo reemplazase en las tareas de jefe.

La vida de la tribu transcurría serena; pero un día, tres jóvenes: Petig, Carumbé y Pindó, que salieron en busca de miel de lechiguana, volvieron azorados trayendo una horrible noticia. Al llegar al bosque en busca de panales, cada uno de ellos había tomado una dirección distinta. Se hallaban entregados a la tarea, cuando oyeron gritos desgarradores. Era Petig, que, sin tiempo ni armas para defenderse, había sido atacado por un jaguar cebado con carne humana y nada pudieron hacer los compañeros para salvarlo, pues ya era tarde. El jaguar había dado muerte al indio y lo destrozaba con sus garras. Carumbé y Pindó no tuvieron más remedio que huir y ponerse a salvo. Así habían llegado, jadeantes y sudorosos, a dar cuenta de lo sucedido.

Esta noticia causó estupor y miedo en la tribu, pues hasta entonces ningún animal salvaje se había acercado al bosque donde ellos acostumbraban ir a buscar frutos de banano, de algarrobo y de mburucuyá, que les servían de alimento.

Desde ese día no hubo tranquilidad en la tribu. Se tomaron precauciones; pero el jaguar merodeaba continuamente y muchas fueron las víctimas del sanguinario animal.

El Consejo de Ancianos se reunió para tomar una determinación que pusiera fin a semejante amenaza de peligro para todos.

Y decidieron: era necesario dar muerte a quien tantas muertes había producido.

Para conseguirlo, un grupo de valientes debía buscar y hacer frente a la terrible fiera, hasta terminar con ella.

El Cacique aprobó la determinación de los Ancianos. Pidió a los jóvenes de la tribu que quisieran llevar a cabo esta empresa, se presentaran ante él.

Grande fue la sorpresa del jefe cuando vio aparecer en su toldo a un solo muchacho: Pirá-U.

De los demás, ninguno quiso exponer su vida.

Pirá-U sentía gran admiración y un gran reconocimiento hacia el viejo Cacique. En cierta ocasión, hacía muchos años, Aguará había salvado la vida de su padre, de quien era gran amigo. Fue un verdadero acto de heroísmo el cumplido por el valiente Cacique, con peligro de su propia vida.

Desde entonces, nada había que Pirá-U, agradecido, no hiciera por el viejo Aguará. Por eso, ésta era una espléndida oportunidad para demostrarlo. Él sería el encargado de librar a la tribu de tan terrible amenaza. Así fue que Pirá-Ú, sin ayuda de nadie, confiando en su valor y en la fuerza que le prestaba el agradecimiento, partió a cumplir tan temeraria empresa. Gran ansiedad reinó en la tribu al siguiente día. Todos esperaban al valiente muchacho, deseosos de verlo llegar con la piel del feroz enemigo.

Pero las esperanzas se desvanecieron. Pasó ese día y otros más y Pirá-U no regresó.

Había sido una nueva víctima del jaguar. Nuevamente se reunió el Consejo y nuevamente se pidió la ayuda de los jóvenes guerreros. Pero esta vez nadie respondió... nadie se presentó ante el Cacique. Era increíble que ellos que habían dado tantas veces pruebas de valor y de audacia, se mostraran tan cobardes en esta ocasión.

Taca, indignada, reunió al pueblo, y en términos duros y con ademán enérgico, les dijo:

Me avergüenzo de pertenecer a esta tribu de cobardes. Segura estoy de que si Ará-Naró estuviera entre nosotros, él se encargaría de dar muerte al sanguinario animal. Pero en vista de que ninguno de vosotros es capaz de hacerlo, yo iré al bosque y yo traeré su piel. Vergüenza os dará reconocer que una mujer tuvo más valor que vosotros, cobardes!

Así diciendo entró en su toldo. El padre, que se hallaba postrado por la enfermedad, se oponía a que su hija llevara a cabo una empresa tan peligrosa.

- Hija mía -le dijo- tu decisión me honra y me demuestra una vez más que eres digna de tus antepasa¬dos. Mi orgullo de padre es muy grande. Te quiero y te admiro; pero la tribu te necesita. Mi salud no me permite ser como antes y sin tu apoyo no podría gobernar.

Padre, los dioses me ayudarán y yo volveré triunfante. Si permitimos que el sanguinario animal continúe con sus desmanes no podremos llegar al bosquecillo en busca de alimentos, y la vida aquí será imposible.

Hija mía; otros deben dar muerte al jaguar. Tú eres necesaria en la tribu y no es muy seguro que te libres de morir entre las garras de la fiera.

Padre... tus súbditos han demostrado ser unos cobardes. Creen que el yaguareté es un enviado de Añá para terminar con nosotros, y temen enfrentarlo. Yo debo salvar a la tribu. ¡Permite que vaya, padre mío!

El anciano tuvo que acceder. Las razones que le daba su hija eran justas y claras ¬ y no había otra manera de librarse de enemigo tan cruel.

Y Taca empezó los preparativos para ponerse en viaje ese mismo día al atardecer.

Cuando se disponía a partir, varios jóvenes trajeron la noticia de que los cazadores que partieran hacía una luna, se acercaban. Estaban a corta distancia de los toldos.

Fue para Taca una noticia que la lleno de placer y de esperanza. Entre los cazadores venía Ará-Ñaro, su novio, y él podría acompañarla para dar muerte al jaguar. Impacientes esperaban la llegada de los bravos cazadores, los que se presentaron cargados de innumerables animales muertos, pieles y plumas, conseguidos después de tantos sacrificios y de tantos peligros.

Fueron recibidos con gritos de alegría y de entusiasmo por toda la tribu que se había reunido cerca del toldo del Cacique. Junto a la entrada se encontraba éste con su hija Taca, rodeados por los ancianos del Consejo.

El viejo Aguará saludó con todo cariño a los valientes muchachos, que se apresuraron a poner a sus pies las piezas más hermosas.

- Ará-Naró, después de agasajar al Jefe, se dirigió a Taca, y como una prueba de su gran amor, le ofreció el presente que le tenía dedicado: una colección de las más vistosas y brillantes plumas de aves del paraíso, de tucán, de cisne, de garza y de flamenco. El gozo y la satisfacción se pintaron en el rostro de la doncella, que con una suave sonrisa agradeció el obsequio.

Después... cada uno se retiró a su toldo. Aguará, Taca y Ará-Naró quedaron solos. El sol se había ocultado detrás de los árboles del bosquecillo cercano. Un reflejo rojo y oro teñía las nubes, y como venido de lejos se oyó el grito lastimero del urutaú.

En ese momento, el viejo Cacique comunicó a Ará-Naró la decisión de su hija.

-Hijo mío- le dijo - un jaguar cebado con sangre humana ha hecho muchas víctimas entre nuestro pueblo. El primero fue Petig, que tomado desprevenido, murió deshecho por la fiera. Después Saeyú y otros que, confiados, fueron al bosque en busca de alimentos. Se decidió dar muerte al sanguinario animal; pero Pirá-Ú, encargado de ello, no ha vuelto. Fue, sin duda, una víctima más... Y ahora nadie quiere hacer frente a tan terrible enemigo. Todos le temen creyéndolo un enviado de Añá, imposible de vencer.

Taca, por su parte, ha decidido ser ella quien termine con el jaguar, y piensa partir ahora mismo.

-Taca, eso no es posible- dijo resuelto Ara-Ñaro-. Esa no es empresa para ti. Y los guerreros de nuestra tribu: ¿qué hacen? ¿Cómo permiten que una doncella los aventaje en valor y los reem¬place en sus obligaciones?. -Los jóvenes temen a Añá, y no quieren atacar a quien creen su enviado. -Taca, ¡no irás! Seré yo quien dé muerte al jaguar, y su piel será una ofrenda más de mi amor hacia ti.

-No podrá ser, Ará-Ñaró. ¡He dado mi palabra y voy a cumplirla!... Dentro de un instante saldré en busca del jaguar, y cuando vuelva gritaré una vez más su cobardía a los súbditos del valiente Aguará.

-No has de ir sola, Taca. Espera unos instantes y yo te acompañaré.

¬ Ya debo partir, Ará-Ñaro; “yahá!”…, “yahá!”…(¡vamos!, ¡vamos!).

Pronto se reunió Ará-Ñaró a su prometida, y cuando la luna envió su luz sobre la tierra, ellos marchaban en pos del enemigo de la tribu. La esperanza de terminar con él los alentaba. Cuando llegaron al bosque, Ará-Ñaró aconsejó prudencìa a su compañera, pero ella, en el deseo de terminar de una vez por todas con el carnívoro, adelantándose, lo animaba:

- “yahá!”…, “yahá!”…

Cerca de un ñandubay se detuvieron. Habían oído un rozamiento en la hierba. Supusieron que el jaguar estaba cerca. Y no se equivocaban. Saliendo de un matorral vieron dos puntos luminosos que parecían despedir fuego. Eran los ojos de la fiera, que buscaba a quienes pretendían hacerle frente. Con paso felino se iba acercando, cuando Ara¬Naró, haciendo a un lado a su novia y obligándola á guarecerse detrás de un añoso árbol, se dirigió, decidido, hacia la fiera.

Fueron momentos trágicos los que se sucedieron. ¡El hombre y la fiera luchando por su vida! Ará-Naró era fuerte y valiente, pero el jaguar, con toda fiereza, lanzó un rugido salvaje. Taca, que desde su escondite seguía con ansiedad una lucha tan desigual, se estremeció.

Un zarpazo desgarró el cuello del valiente indio y lo arrojó a tierra. Con él rodó la fiera enfurecida y poderosa.

Taca dio un grito, y de un salto estuvo al lado del animal ensangrentado, que se trabó en pelea con su nueva atacante.

Pero fue en vano. En esa prueba de valientes, ninguno salió triunfante.

Taca, Ará-Ñaró y el jaguar pagaron con su vida el heroísmo que los llevó a la lucha.

Pasaron los días. En la tribu se tuvo el convencimiento de la muerte de los jóvenes prometidos.

-El viejo Cacique, cuya tristeza era cada vez mayor, fue consumiéndose día a día, hasta que Tupá, condolido de su desventura, le quitó la vida.

Todos lloraron al anciano Aguará, que había sido bueno y valiente, y de quien la tribu recibiera tantos beneficios.

Prepararon una gran urna de barro, y después de colocar en ella el cuerpo del Cacique, pusieron sus prendas y, como era costumbre, provisiones de comida y bebida.

En el momento de enterrarlo, en el lugar que le había servido de vivienda, una pareja de aves, hasta entonces desconocidas, hizo su aparición gritando: -- “yahá!”…, “yahá!”…

Eran Taca y Ará-Naró, que convertidos en aves por Tupá, volvían a la tribu de sus hermanos.

Ellos los habían librado del feroz enemigo, y desde ahora serían sus eternos guardianes, encargados de vigilar y dar aviso cuando vieran acercarse algún peligro.

Por eso, el chajá, como le decimos ahora, sigue cumpliendo el designio que le impusiera Tupá, y cuando advierte algo extraño, levanta el vuelo y da el grito de alerta: ; "Yahá!..., " "Yahá!"...
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Mensaje  Paula Dom Sep 16, 2012 11:09 pm

La creacion del maiz.
Leyenda Azteca

Leyendas  ........ 1ene6r

Los huicholes estaban cansados de comer cosas que no les gustaban.

Querían alguna cosa que pudieran comer todos los días, pero de maneras diferentes.

Un joven huichol oyó hablar del maíz y de sus famosos mets, unas tortillas, los chilaquiles y la sopa de tortilla que se preparaba con este cereal.

Pero el maíz se encontraba muy lejos, al otro costado de la montaña. Eso no lo desalentó y se puso en marcha.

Al cabo de poco tiempo vio una hilera de hormigas y como él sabía que ciertas de ellas eran las guardianas del maíz, las siguió.

Pero cuando el joven se durmió, las hormigas, sin ningún problema, se devoraron todas sus vestimentas, dejándolo sólo con su arco y sus flechas.

Sin ropas y hambriento el huichol se puso a lamentar. Fue entonces que un pájaro se posó sobre un árbol próximo. El joven apuntó su arco sobre él, pero el pájaro le regañó y le dijo que ella era la Madre del maíz. Lo invitó a seguirla hasta la Casa del Maíz donde ella lo autorizaría a tomar todo lo que él buscaba.

En la Casa de Maíz se encontraban cinco bellas doncellas, las hijas de la Madre del Maíz: Mazorca Blanca, Mazorca Azul, Mazorca Amarilla, Mazorca Roja y Mazorca Negra.

Mazorca Azul lo encantó con su belleza y su dulzura. Se casaron y volvieron a la villa Huichol.

Como él no tenía aún casa, durmieron un tiempo en un lugar dedicado a los dioses.

Después, como por encantamiento, la casa de los recién casados se llenaba cada día de espigas que la decoraban como flores.

Las gentes venían de todas partes porque Mazorca Azul les ofrecía espigas a manos llenas.

La bella esposa enseñó a su marido a sembrar el maíz y a cuidar los cultivos. Enterándose qué delicias ofrecía este nuevo alimento, los animales intentaron robarle. Mazorca Azul enseñó a las gentes a colocar fuego alrededor de los cultivos para espantar a las bestias en busca de espigas tiernas.

Los Ancianos cuentan que Mazorca Azul, después de haber enseñado todo lo que ella sabía, se molió ella misma y es de esta forma que los hombres conocieron el excelente atole, una bebida caliente que se prepara con granos de maíz.
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Mensaje  Paula Mar Sep 18, 2012 4:15 am

YINCIHAUA Leyenda de Tierra del Fuego

(Leyenda Selk’nam - Ona)


Leyendas  ........ 11uhtvp

Todos los años en la primavera, las jóvenes mujeres onas se juntaban en una choza especial, para la importante fiesta llamada “yincihaua”. Acudían desnudas, con el cuerpo pintado y en sus rostros máscaras multicolores. Tenían gran imaginación para hacerse hermosos dibujos geométricos, que representaban los distintos espíritus que viven en la naturaleza. Ellos les daban los poderes que ejercían sobre los hombres.

Ese día una de las niñas tomó con mucho cuidado un poco de tierra blanca y empezó lentamente a trazar las cinco líneas que pensaba pintar desde su nariz hasta las orejas. Las otras jóvenes trataron de imitarla, ya que las figuras en el rostro eran muy importantes.

La fantasía de cada una se echó a volar y se pintaron de arriba abajo con armoniosas figuras. Unas a otras se ayudaban, pero para no ser reconocidas, se pusieron en sus rostros unas máscaras talladas. Blanco, negro y rojo eran los colores preferidos. En un momento dado, cuando ya estaban todas preparadas, salieron de la choza con grandes chillidos y mucho alboroto para asustar a los hombres que las esperaban afuera.

La bulliciosa ceremonia se encontraba en su apogeo y todos daban gritos, cuando sobre el tremendo ruido reinante se escuchó una fuerte discusión entre el hombre sol y su hermana, la mujer-luna.
-Yo no te necesito- insistía con altivez la luna.
-Sin mí, no puedes vivir- le contestó sarcástico el sol.
-Perdería mi brillo quizás, pero seguiría viviendo.
-Sin el brillo que yo te doy no vales nada.
-No seas tan presumido, hermano sol.
-Tú deberías ser más humilde, hermana luna.

Y así siguieron la disputa como dos niños chicos. Todos los hombres se pusieron de parte del sol y las mujeres apoyaron a la luna. La discusión fue creciendo, creciendo y ni siquiera el marido de la mujer luna, que era el arcoiris o “akaynic”, pudo lograr que la armonía volviera a reinar entre la gente de la tribu.

De pronto, un gran fuego estalló en la choza del “yincihaua”, donde las mujeres habían ido a buscar refugio cuando la pelea se hizo más fuerte. Allí estaban encerradas cuando las alcanzaron las llamas.

Aunque el griterío fue inmenso, ninguna logro salvarse. Todas murieron en el incendio. Pero se transformaron en animales de hermosa apariencia, según había sido su maquillaje. Hasta hoy mantienen esas características y las podemos ver, por ejemplo, en el cisne de cuello negro, en el cóndor o en el ñandú.

Afortunadamente ellas nunca supieron lo que había sucedido. Les habría dado mucha pena, porque fueron los propios hombres los que prendieron el fuego. Es que tenían envidia del poder que en el comienzo de los tiempos ostentaban las mujeres, y querían quitárselo.

Después de este penoso episodio, la mujer-luna se fue con su esposo “akaynic” hasta el firmamento. Detrás de ellos, queriendo alcanzarlos, se fue corriendo el hombre-hermano-sol, pero no pudo lograrlo.

Todos se quedaron, sin embargo, en la bóveda celestial y no volvieron a bajar a las fiestas de los hombres.

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Mensaje  Paula Miér Sep 19, 2012 4:40 am

EL SOL ROJO
Leyenda Guaraní

Leyendas  ........ 2dhs0tk

Entre los indios mocoretaes había uno, joven, aguerrido y valiente llamado Igtá (hábil nadador) que amaba a la más buena y hermosa de las mujeres de su tribu, Picazú (paloma torcaz), y quería casarse con ella.

Los padres de Picazú consintieron en que se realizase tal boda; pero siendo necesario para ello la aprobación de la Luna, llamaron al Tuyá (adivino) de la tribu para que la consultara.

Era una noche plácida y serena. La luz blanca, clara, brillante y hermosa de la Luna iluminaba los campos y las tolderías de los indios. Y el Tuyá interpretó:
-Esa luz que nos envía la Luna significa que ella aprueba satisfecha la boda de Igtá y Picazú.

Entonces, el Jefe de la tribu ordenó a Igtá demostrase a todos que en verdad era digno y merecedor de tomar compañera. Para ello debía arrojarse a las aguas de la laguna y nadar durante largo rato. Después, ir en busca de un gran número de presas de caza.
Igtá, que era excelente nadador y había cazado mucho desde su niñez, realizó las pruebas con el mayor éxito, pues nadó cuanto se lo pidió y trajo entre sus brazos abundante caza.

Las ceremonias de la boda realizáronse una noche, después de tres lunas. Se encendió una gran hoguera, a cuyo alrededor todos los indios comían, bebían, bailaban y gritaban, festejando tan grande acontecimiento.

Pero algo faltaba para que Igtá y Picazú fueran felices: tener la seguridad de que Tupá, su dios bueno, había aprobado también la boda. Y esperaron.

¡Cuál no sería su pena y desconsuelo, cuando llegada la noche siguiente comenzó a caer una copiosa lluvia! Eran las lágrimas de Tupá las que caían sobre la tribu para significar el descontento y desaprobación del dios por haberse realizado la unión de los jóvenes indios.

Igtá y Picazú no podían, pues, continuar unidos perteneciendo a la tribu. Debían huir y arrojarse a las aguas de la laguna. Allí había una isla donde moraban todos los que se habían casado contrariando la voluntad de Tupá. Los dos debían ir a esa isla para no volver jamás.

Al día siguiente cesó la lluvia. Y por la tarde, a la hora en que el sol iba a ocultarse en el ocaso, Igtá y Picazú se arrojaron al agua y comenzaron a nadar.

Los indios de su tribu, reunidos a orillas de la laguna, viéndolos alejarse lentamente, los injuriaban y maldecían para aplacar el enojo de Tupá y evitar sus castigos, pues ésta era su creencia.

Igtá, hábil nadador, consiguió nadar buen trecho, ayudando también a su infortunada compañera. Poco faltaba a Igtá y Picazú para llegar a la isla sanos y salvos, cuando una nueva desgracia cayó sobre ellos: Ñuatí (Espina), un guerrero malvado de la tribu, les arrojó una flecha. Todos los indios lo imitaron, y entonces fue una lluvia de flechas la que llegó hasta Picazú e Igtá, quienes, heridos quizás por ellas, desaparecieron de la superficie de las aguas.

En ese preciso instante el sol, que se hundía en el horizonte, tomó un intenso color rojo; y su luz tiñó la laguna e iluminó de rojo los campos y el cielo.

Esto llenó de asombro a los indios, los que, atemorizados, huyeron velozmente, alejándose de la laguna.

Mientras tanto Igtá y Picazú, ayudados sin duda por Tupá porque eran buenos, lograban salvarse y llegar a la isla, donde podrían al fin vivir felices, pues se amaban mucho.
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Mensaje  Paula Vie Sep 21, 2012 5:37 am

Primero Muerto que esclavo
Leyenda mexicana


Leyendas  ........ 34goexh

Epoca Colonial
Existe en la delegación de la villa de Bernal un cerro al que por su figura se le dio el título de La media Luna.

De regular altura y grandes y elevados acantilados; no presenta su capa exterior grandes bosques ni adornos naturales, pero como todo nuestro suelo, tiene hermosas leyendas tradicionales que se descienden de padres a hijos, hasta encontrar a alguien que se ocupe de trasladarlas al papel.

En el archivo donde constan los títulos y fundación del pueblo, se ve un hermoso rasgo de valor y patriotismo de una familia chichimeca, que debe perpetuarse para estimulo de las generaciones venideras.

Se acercaban los conquistadores procedentes de este pueblo de Querétaro, en donde en donde estaba de asiento el caudillo Conin con su ejército conquistador.

Un jefe de familia chichimeca oyó decir a sus congéneres que los conquistadores venían sometiendo a todos los de su rasa a la corona de Castilla de grado o por fuerza; y antes de perder su libertad y atar su consorte y su pequeño hijo a la cadena de la esclavitud, optó por perder la vida.

Así, pues, oyendo el estruendo de los conquistadores que se acercaban, tomó a su compañera y a su hijo, fuese al teocalli y frente a sus dioses de pie, ofrendó a su mujer y a su hijo justamente con unas palanganas de mastranto coronadas de cempasúchiles, a tiempo que la compañera de rodillas exhala tristes alaridos, ofrendando oloroso incienso y haciendo signos con el sahumador en dirección a sus dioses.

Se acercaban los hombres barbudos acaudillados por Conin y el indio héroe de mi leyenda, haciendo una reverencia de cuerpo ante aquellas deidades de tosco granito, dice a su compañera, tomando de la mano a su hijo: Bahá, bahá; néxti, néxti vamonos, vamonos, corre, presto.

Y con el semblante descompuesto por la tribulación de su espíritu, su larga cabellera descompuesta, la macana en su diestra y su hijo a la siniestra, se dirige al más alto acantilado del cerro cercano de La Media Luna, no sin dirigir a los conquistadores que le seguían, una mirada terrible y desafiadora.

Llegó al bordo del pináculo, seguido de cerca por sus perseguidores y levantando en alto los brazos ofrece a sus dioses aquel sacrificio, toma la compañera de la cintura y arrojándola al espacio exclama: −Bahá dada− Anda con dios−, incontinrnti toma a su hijo de igual manera y lo arroja al espacio, no sin derramar dos gruesas lágrimas que van también a confundirse en el espacio.

Aun no se oye el estruendo de la primera víctima al caer al fondo del barranco, cuando se ve ya en el espacio el pequeño cuerpo del hijo que le sigue.

Unos cuantos metros distancian a los conquistadores de nuestro héroe cuando éste, dando una última mirada de lejos al jacal que abrigó su primer amor y otra de rabia hacia los que pretendían privarlo de su libertad, se arrojó al espacio al tiempo que dos fuertes choques macabros, seguido uno dl otro, dejáronse escuchar,
repetidos por el eco de los elevados acantilados... eran producidos por el choque de su esposa y su hijo que habían llevado ala vanguardia el sacrificio... al llegar los conquistadores le seguían, al borde del precipicio, dejóse oír el último y más acentuado estruendo en el fondo del barranco, producido por el cuerpo de nuestro
héroe al chocar con una grande y escarpada peña.

Por un buen espacio de tiempo permanecieron los conquistadores contemplando aquel cuadro desolador que dejó en su mente para siempre grabada esta sentencia filosófica−patriota: Primero Muerto que Esclavo.
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Mensaje  Paula Jue Oct 04, 2012 7:51 am

EL INICIO DEL MUNDO
Leyenda Nortina

Leyendas  ........ 12331q0

Los vecinos de la sierra cuentan, desde Cupo a Socaire, desde las cumbres hasta el llano, que en un comienzo en el mundo todo era sólo noche, todo era sólo penumbras, como cuando la neblina invade la quebrada. Nada iluminaba la existencia de los hombres, quienes deambulaban por los cerros, las quebradas y las vegas en busca de esquivos alimentos. Dicen que la falta de calor y de luz impedía la germinación de las semillas, el crecimiento de las plantas; sólo existía lo que ya estaba allí.

La tierra comenzaba recién a adquirir su forma actual, aparecían los paisajes de volcanes y planicies, con su amplia gama de colores. El agua caía copiosamente; llovía y llovía. Ríos caudalosos descendían desde lo alto, gastando los cerros, arrastrando grandes rocas con las cuales desgarraban el llano, abriendo profundas grietas.

"Saire", que significa agua de lluvia, frío, hambre y soledad eran los compañeros de algunos "antiguos", los cuales difícilmente lograban sobrevivir. Se ocultaban en cuevas existentes en lugares tan separados como en Socaire, camino a las lagunas, y en la quebrada del Encanto, cerquita de Toconce, donde suelen verse sus sombras en las noches sin luna, pero es necesario ir sin compañía hasta dichos lugares para poder apreciarlo.

De estos hombres se dice que los de la cuenca del río Salado murieron por no resistir la presencia del sol; y los del sector socaireño, debido a la intensidad de las lluvias, acompañadas con sus truenos y relámpagos.

De ellos sólo perduran sus pueblos destruidos y sus tumbas saqueadas. También, a medio camino entre Toconce y Linzor, sus grandes pies quedaron marcados sobre las blandas rocas de aquella época. Hoy es posible ver esos rastros allí donde quedaron definitivamente grabados por ejemplo en Patillón.

En Socaire, cuentan algunos vecinos, cuando "los abuelos" habían hecho los terrenos y las eras, llovió durante cuarenta días y cuarenta noches, y el agua corrió y corrió, después, quizás cuántos años, demoró en terminarse el agua.

La gente en ese entonces era muy tímida, vivían en los graneros. No tenían casas, tampoco tenían nombres porque no eran cristianos. Aunque no eran gente educada eran personas muy buenas que vivían inocentemente. Trabajaban la tierra, sin herramientas porque no conocían la picota, ni la pala ni el chuzo; sólo usaban una rama de árbol y la pura mano. Sin embargo, ¡fue tanto terreno el que trabajaron!...

Ellos le cantaban al agua y el agua les ayudaba en sus trabajos, corriendo de piedra en piedra para hacer los muros de esos largos canales que aún se ven. Sin embargo, después de la larga lluvia lo perdieron todo: los terrenos, los sembrados, la vida. Por eso ahora, nadie sabe cantarle al agua para que vuelva a brotar como antes, para que haya tantos sembradíos como antes, para que la gente sea buena e inocente, como antes.

Fuente: Del libro "Monitores Culturas Originarias". Área Culturas Originarias. División de Cultura. Mineduc.
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Mensaje  Paula Jue Oct 04, 2012 7:54 am

Puente del Beso
Leyenda asturiana


Leyendas  ........ 352lljk

«Había subido desde las costas de Argel y Tingitania hasta nuestros mares cantábricos una pequeña flota de piratas berberiscos que, con sus continuas incursiones, tenían atemorizados a todos los pueblos de la costa desde Avilés hasta Navia. Los barcos berberiscos, más pequeños, ágiles y ligeros que los grandes barcos de la flota del rey, escapaban de continuo de todas las persecuciones y parecía que fuera imposible detenerlos nunca. Mandaba la flota pirata un moro llamado Cambaral, famoso por la extrema crueldad que mostraba en sus asaltos y por lo ingenioso de sus ataques. Entre su pericia como capitán y las características de sus embarcaciones, ciertamente, era difícil capturar siquiera alguno de los barcos que componían la flotilla.

»Cansado de las tropelías que cometían los berberiscos, el señor de la fortaleza de Luarca, también conocida como La Atalaya, decidió que ya era hora de acabar con ellas y que, dado el fracaso de la flota real, se hacía necesaria una nueva estrategia que facilitara su captura. Embarcando a sus más fuertes y aguerridos guerreros en sencillas embarcaciones de pesca, bien disimulados entre sus aparejos y artes, salieron a la mar a esperar que apareciese la flota berberisca. A pocas millas de Luarca, se pusieron a pescar con la intención de que los moros les viesen como un botín fácil y de que, confiadamente, les asaltaran.

»Efectivamente, en cuanto aparecieron los barcos berberiscos y vieron las barcas de pesca, se lanzaron a su ataque. Pero cuál no sería su sorpresa, en cuanto se acercaron a ellas, que vieron que de ellas salían decenas de guerreros perfectamente armados y preparados para el abordaje, y que eran las inocentes barcas las que les atacaban a ellos y no al contrario, como tenían previsto. El combate fue largo y cruento, pero la sorpresa y maniobrabilidad de las barquillas dieron toda la ventaja a los luarqueses.
»Cambaral fue hecho prisionero, cargado de cadenas y conducido a la fortaleza de La Atalaya, en cuyas mazmorras lo encerraron sin curarle siquiera las heridas.

»Mientras el señor de Luarca y sus aliados festejaban el triunfo y preparaban los despachos para anunciarle al rey la buena nueva, la hija del señor, una bella doncella de espíritu generoso y gran corazón, pidió permiso para curar sus heridas y se dirigió a las mazmorras.

»Había poca luz allí, pero, parece, no les hizo ninguna falta, pues fue verse, siquiera entre las sombras, para que sugiera entre ellos el más puro amor. A pesar de las heridas, o quizá por ellas mismas, Cambaral comenzó a sentir lo que todas sus correrías le habían ocultado: que era huérfano de corazón, que sus fechorías no lo había evitado nunca y que nunca lo evitaría, que podía hallar descanso y sosiego, al fin, en este amor que se le ofrecía. La hija del señor, que nunca había sentido las punzadas del amor noble, curó las heridas casi con veneración, pero también con una congoja que la atenazaba, pues conociendo bien a su padre, sabía cuál iba a ser el destino de Cambaral y, por ende, más que probablemente, el suyo.

»En aquella semioscuridad se declararon su amor mutuo y se hicieron promesas grandilocuentes con que los amantes noveles adornan la adversidad. Pero cuando Cambaral se recuperó de sus heridas, volvió a emerger en él su audacia y su ingenio, que tan bien le habían servido en sus correrías por todas las costas, desde Argel hasta el Cantábrico, y planificó la fuga de ambos.

»Fue una huida alocada, sin posibilidades de éxito, prácticamente, pero los ojos de los amantes no venían sino el momento en el que su amor podría al fin desplegarse, herirse con sus besos, consumarse en su pasión. No veían otra cosa que esa determinación cuando bajaban hacia el puerto desde la fortaleza, escondiéndose en las esquinas, corriendo atropelladamente y buscando, ya en los muelles, el barco de Cambaral, que, rápido y ágil como era, hacia ella misma les dirigiría.

»Sin embargo, el señor de la fortaleza ya había sido avisado de la fuga y, con un destacamento de tropas, esperaba a los amantes en el puerto. Allí acabaron sus sueños y pusieron a prueba todas aquellas promesas que se habían hecho; viendo imposible la huida, Cambaral abrazó a la hija del señor de Luarca; ambos se miraron como si estuvieran diciendo algo que no se puede decir (amor que nace a oscuras, oscuro muere); ambos se besaron como si ya nunca más se pudieran besar (ya nunca los labios volverán a soñar)... Y así fuera que el señor de Luarca, loco de ira, incapaz de soportar aquel beso que para él era blasfemia, de un solo tajo, cortó ambas cabezas, las cuales fueron a escabullirse, en su beso final, a las frías aguas del puerto, justo donde años después se levantaría el llamado Puente del Beso.

»La leyenda de Cambaral ha dejado una gran huella en la villa de Luarca. El barrio de pescadores lleva su nombre y se suele distinguir dentro de él el Cambaral Alto, que es donde habría estado la fortaleza (hoy, en su lugar, hay un monumento, llamado, precisamente, la Mesa de Cambaral), y Cambaral Bajo, que es donde está el muelle».

Miguel I. Arrieta Gallastegui «Historias y leyendas de Asturias» (ed. Trea, Gijón)


Última edición por Paula el Miér Oct 17, 2012 3:43 am, editado 1 vez
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Mensaje  Paula Lun Oct 15, 2012 5:23 am

La joroba de los búfalos
Leyenda de la tribu Chippewa (Canadá)

Leyendas  ........ 30uuyb8

Hace mucho tiempo, cuando el mundo era muy joven, el búfalo no tenía joroba. Él obtuvo su joroba un verano por su crueldad con los pájaros.

Al búfalo le gustaba correr por las praderas por placer. Los zorros corrían delante de él y avisaban a los animales pequeños que su jefe, el búfalo, venía.

Un día cuando el búfalo corría por las praderas, se dirigió hacia donde viven los pequeños pájaros que anidan en el suelo. Los pájaros avisaron al búfalo y a los zorros que iban en la dirección donde tenían sus nidos. Pero nadie, ni los zorros ni el búfalo, les prestó atención. El búfalo, corrió y pisoteó bajo sus pesadas patas los nidos de los pájaros. Incluso, cuando escuchó a los pájaros llorando, siguió corriendo sin parar.

Nadie sabía que Nanabozho estaba cerca. Pero Nanabozho se enteró de la desgracia sucedida con los nidos de los pájaros y sintió pena por ellos. Corrió, se plantó delante del búfalo y los zorros y los hizo parar. Con su bastón golpeó fuertemente al búfalo en los hombros. El búfalo, temiendo recibir otro golpe, escondió la cabeza entre sus hombros. Pero Nanabozho solamente dijo:

-Tú, a partir hoy, siempre llevarás una joroba sobre tus hombros. Y llevarás la cabeza gacha por vergüenza.

Los zorros, corrieron para escapar de Nanabozho, escarbaron agujeros en el suelo y se escondieron dentro. Pero Nanabozho los encontró y les castigó:

-Por ser crueles con los pájaros, siempre viviréis en el frío suelo.

Desde entonces, los zorros tienen sus madrigueras en agujeros en el suelo, y los búfalos tienen joroba.
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Mensaje  Paula Lun Oct 15, 2012 5:42 am

Las trescientas doncellas
Leyenda Valenciana

Leyendas  ........ 2r3jhxg

En la puerta del Palau de la Catedral de Valencia, la más antigua, se pueden observar por encima de la arcada, siete cabezas esculpidas en piedra.

Cuenta la leyenda que el Rey Jaime I planeaba tomar la ciudad de Valencia, por aquel entonces en manos de los moros. El monarca prometió a sus soldados que los primeros en entrar tendrían el honor de repoblar la ciudad con mujeres traídas de sus pueblos.

Esta distinción recayó en tres leridanos. El rey, fiel a su promesa, hizo venir a trescientas doncellas de Lérida para casarlas con sus soldados. Se concertaron siete matrimonios que pasaron a la posteridad esculpidos en piedra en la puerta de la Catedral que comenzó a construirse inmediatamente después de la reconquista.

Debajo de las cabezas aún se conservan las inscripciones de los nombres de los legendarios fundadores. Los siete matrimonios estaban formados por: Pere y Maria, Guillermo y Berenguera, Ramon y Dolça, Francesc y Ramona, Bernat y Floreta, Bertran y Berenguera, Doménec y Ramona.
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Mensaje  Paula Lun Oct 15, 2012 5:46 am

"A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo." (Va de muerto el que no fue de vivo)

Leyenda gallega


Leyendas  ........ 6fcfv7

Aún perviven en España unos pocos lugares en los que la magia, el misterio, la tradición y la emoción se conjuran para llevarte a vivir experiencias intensas y memorables. Sin duda, uno de estos enclaves es el Santuario de San Andrés de Teixido, en pleno corazón de Galicia y de sus leyendas más enraizadas y ancestrales.

Cuenta la leyenda que San Andrés estaba triste, ya que su templo se encontraba solitario y contaba con muy poca devoción, en contraposición del de Santiago Apostol que rebosaba de peregrinos y devoción, con lo cual le pidió ayuda al Señor.

Un día se le apareció el Todopoderoso en compañía de San Pedro. Al ver a San Andrés tan desanimado le prometieron que a su templo acudirían todos los mortales, y aquel que no lo hiciera de vivo, lo haría después de su muerte reencarnado en un animal. Así fue como el santuario de San Andrés de Teixido, también llamado S. Andrés de Lonxe (Lejos) o S. Andrés do cabo do mundo (esquina del mundo), se convirtió en el segundo centro de peregrinaje de toda Galicia y es considerado como la Meca de los Gallegos. Otra leyenda cuenta como San Andrés embarrancó en los acantilados convirtiéndose su barca en una roca que hoy se le conoce como la barca de San Andrés. En compesación, Dios, le concedió este santuario.
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Mensaje  Paula Lun Nov 19, 2012 7:41 am

Fragante yerbita que prolonga la vida
Leyenda del díctamo (Venezuela)


Leyendas  ........ Dhcr4m

Hubo un tiempo en que reinaba, entre los indios de los Andes, una hermosa mujer. Era muy querida y respetada. Los mozos más arrogantes y valerosos la paseaban en una silla de oro por las márgenes del espumoso río Chama. Cantaban alegres al son de sus instrumentos musicales en armonía con gozosas aves que seguían la melodía para endulzar sus oídos. La naturaleza enaltecía su belleza mostrando sus doradas espigas de maíz y un sinfín de coloridas flores silvestres.

Los indios se consideraban felices bajo el suave influjo de las destrezas y la sabiduría del gobierno de su reina. Cualquier aflicción que ella sufriese representaba para la comarca una calamidad pública.

Pero poco a poco un velo de tristeza fue cubriendo el semblante de la hija del Sol y se apoderó de ella una enfermedad sin dolor que la consumía.

En lugar de risas y jolgorio, los cantos y las danzas sólo le producían lágrimas. Sus salidas, ya poco frecuentes, se tiñeron de un lúgubre silencio.

La comunidad trató de aplacar la cólera del Ches (Ser Supremo según los aborígenes de los Andes venezolanos) haciendo la danza de los flagelantes. Cada indio tocaba con una mano la tradicional maraca y con la otra se azotaban las espaldas en señal de penitencia. En la conmovida comarca se mezclaban los sonidos musicales con las declamaciones y gritos de dolor. Por su parte, los piaches hacían adoratorios y ceremonias en la selva sagrada ante los ídolos indígenas. Pero la reina se debilitaba aún más, continuaba adelgazando y sus mejillas perdían, día tras día, su color de melocotón y rosa que solían mostrar.

La graciosa doncella, Mistajá, favorita de la soberana, sufría hondamente la desventura de su amiga y velaba día y noche junto a ella.

-Amiga –le dijo un día la reina-, no quiero morir ¿Sabes qué les ha contestado el Ches a los piaches sobre mi mal?

-No. No sé. Han guardado silencio profundo, le contestó la doncella, bañada en llanto.

-Mistajá, parece que los piaches han agotado todo remedio. Mi única esperanza está aquí –le dijo la reina, mostrándole una joya de oro macizo en figura de águila. Cuando mi padre, ya moribundo, me la entregó, me dijo estas palabras: “Esta águila es la mensajera de los dones con que el Ches nos ha elevado sobre el resto de los indios. Si la pierdes, arruinarás tu estirpe”.

-Los piaches ni los guerreros consentirían jamás en este sacrificio que puede privarte del poder –contestó la doncella.

-Mistajá, antes que el poder, prefiero la vida. Sólo en ti confío y por eso te ordeno que subas, en secreto, al Páramo de los Sacrificios y ofrendes el águila de oro al Ches.

La compañera se tornó pálida y se estremeció de la cabeza a los pies. Era muy peligrosa su misión. Sólo los piaches y sabios subían al teatro de los misterios.

-Yo haré lo que me mandes aunque represente un sacrificio para que recuperes tu salud, contestó la fiel amiga, llena de mucho brío y temor a la vez.

-Muy temprano debes partir para que al rayar el sol estés en el círculo de piedras que existe en la cumbre solitaria. Allí cavarás un hoyo en el centro, y después de invocar al Ches, con tres gritos agudos que se oigan muy lejos, enterrarás el águila de oro y esparcirás por todo el círculo un puñado de mis cabellos. Luego observarás, con gran atención, las señales en el aire, la tierra o el cielo que enviará el Ser Supremo.

Aquella noche Mistajá esperó despierta la hora de partir, recibió de manos de la reina, la preciosa joya, un gajo de su abundante cabello y sus propias armas.

Aprisa aunque temerosa, la doncella transitó por los bordes de sombríos barrancos y ásperas cuestas siguiendo el rumbo que le marcaba su fuerte determinación. Después de dos horas de fatigosa marcha, alcanzó lo alto y gélido del Páramo de los Sacrificios.
Una vez en la altura, una extraña aparición la detuvo de súbito. Su estupor se congeló cuando vio unas formas humanas que cual fantasmas blanqueaban entre las sombras. Sus piernas flaquearon y cayó paralizada ante lo que parecía una larga fila de indios petrificados y cubiertos con sábanas blancas.

Largo rato permaneció Mistajá sobrecogida de terror, hasta que el día comenzó a aclarar y sus ojos pudieron penetrar en las tinieblas del frío glacial de los páramos. Entonces, la fantasiosa aparición tomó lentamente la forma de una enorme hilera de piedras blancas clavadas en punta sobre la altiplanicie. Retomó la marcha y detectó que era parte de un campo cerrado como una plaza circular muy grande y simétrica. Buscó el centro de aquel desolado espacio y con la lanza más fuerte que tenía, excavó la tierra cubierta de rocío. Se irguió hacia el Oriente, y alzó, con toda el alma, tres gritos inmensos que resonaron por los cerros vecinos. Con sus temblorosas manos enterró el águila de oro y esparció después por todo el círculo los cabellos de la reina, en momentos en que la aurora teñía de púrpura el lejano horizonte.

Se disponía a observar las señales que el Ches daría a través de la Naturaleza pero un sueño profundo doblegó sus párpados y cayó rendida. En ese instante sagrado se manifestaba el Ches sobre la cumbre.

A la hora en que los primeros rayos del sol bañaban de color rosa sus mejillas, el paso de una estilizada gacela la despertó. Se percató de un olor fragante que venía del círculo ahora cubierto de una yerba fresca y lozana, que la cierva devoraba con especial delicia. Todos sus temores se tornaron, como por encanto, en un gozo inmenso, en un regocijo intenso que la llenó de energías.

Tomó gran cantidad de aquella perfumada yerba, descendió lo más rápido que pudo del Páramo de los Sacrificios con la certeza en su corazón de que ésta era la respuesta favorable que esperaban del Ches hacia la soberana de los Andes.

La aromática planta fue recibida por la reina como medicina del cielo. En seguida la comió y al poco rato, volvieron los tonos angelicales a sus mejillas, el brillo a sus ojos y su semblante reflejó nuevamente la dulzura de su corazón.

Retomó sus paseos para que sus súbditos la vieran salir por los floridos campos y las riberas de los ríos, en hombros de gallardos mozos y al son de festivos cantos.

Desde entonces existe en los páramos de los Andes el fragante díctamo, nacido de los cabellos de la hija del Sol, o la yerba de cierva, que es su nombre indígena, en memoria a la primera criatura que comió de ella en los escarpados riscos.

Se dice que el preciado díctamo desaparecerá, como por encanto, el día que alguien desentierre el águila de oro ofrendada al Ches en la misteriosa cumbre.

El díctamo que nace en los páramos andinos es, para los indios, una planta sagrada a la cual se le atribuye la virtud de prolongar la vida.

En el mercado se consigue pero, es creencia popular, que el díctamo real sólo es hallado por las gacelas en la soledad de los páramos, a la hora en que el sol baña con tinte color rosa las alturas de los riscos.

Tomado del Libro “Mitos y Tradiciones”
Selección y Prólogo de Mariano Picón Salas
Biblioteca Popular Venezolana
Antología y Selecciones
Ediciones del Ministerio de Educación
Redacción: Loana Bracho
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Mensaje  Paula Lun Nov 19, 2012 7:43 am

LA LEYENDA DEL MOLINO DE URGUTXIA
Leyenda Alavesa


Leyendas  ........ 2edqbgj

Hoy ya no existe éste viejo molino conocido como de Santa María o de San Jorge. Su historia corre paralela a la de su compañero de San Martín. Perteneció al Concejo hasta ser enajenado en 1810. se hallaba situado en el Barrio de San Jorge junto al cementerio, cerca de lo que hoy es el Convento de los Frailes.

Existía de siempre la leyenda del miedo que tenía la gente a bajar de noche a éste lugar, unos por estar apartado de las murallas, otros por la proximidad al cementerio, se hablaba de que allí hubo un asesinato, el caso es allí la madrugada del 13 de Enero de 1706 tubo lugar un hecho luctuoso en el molino de Urgutxia.

Juan Ruiz de Eguino tenía arrendadas las dos ruedas de la Villa y a su cargo un mozo, Juan López de Gáceta. Según contó posteriormente el molinero, el mozo había salido entrada la noche, de la rueda de San Martín con la llave del de Urgutxia y la intención de pasar la noche en ella. Cuando a la mañana siguiente alguien fue con carga de grano a moler, encontró el molino cerrado sin que nadie respondiera a sus voces.

Dentro ladraba el perro. Después insistir sin resultado, sospechando que algo anormal había ocurrido durante aquella noche fue a dar parte a los alguaciles de la Villa, quienes se personaron en el molino y al cabo descerrajaron la puerta. Dentro encontraron al mozo ensangrentado y sin vida y sentado “entre la linterna y la rrodilla del molino” con su fiel perro a sus pies, en un principio se pensó que se trataba de un asesinato, al intentar robar la harina, pero al acudir el médico y tras un examen pormenorizado del cadáver, concluyó que le sobrevino la muerte al ser enganchada la ropa por algún diente con la linterna y golpeado cuando intentaba engrasar la propia linterna y palanca de la rueda. Tenía roto el espinazo y una clavícula. Según declaró el molinero, lo tenía a su servicio desde 1705 con un sueldo al año de 9 fanegas de trigo y un doblón.

Hasta aquí la historia que se encuentra escrita en el Archivo Municipal de Agurain caja 160 – nº3 , por la Agurain, en cambio corrieron cientos de historias sobre lo que ocurrió en el molino de Urguchia aquella fría noche de Enero de 1706.
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Mensaje  Paula Lun Nov 19, 2012 7:45 am

LEYENDA DE ROMULO Y REMO
Leyenda romana


Leyendas  ........ 2r5rk83

Cuenta la leyenda Romana, que el rey de la ciudad Alba Longa, llamado Numitor fue destronado por su hermano Amulio. Lo desterro e hizo matar a todos sus sobrinos a excepción de su sobrina Rea Silvia. Amulio no quería que Rea Silvia tuviera descendencia y por esta razón la obligo a rendirle culto a la divinidad de Vesta, Pero esta quedo encinta por el dios Marte, Rea Silvia pario dos gemelos Rómulo y Remo al enterarse su tío estalló en gran cólera, por lo que de los gemelos, fueron depositados en una cesta dejándolos a la deriva del río Tiber, quería que sus hijos pudieran escapar de una muerte segura a manos de Amulio.

La cesta fue encontrada por una loba la cual los amamanto durante un tiempo. Luego un pastor y su esposa los recogieron y criaron en Gabio, el pastor respondía la nombre de Fáustulo y su esposa al de Aca Larentia.

Al pasar de los años los gemelos supieron de sus turbulentos inicios y decidieron volver a su ciudad natal Alba Longa y vengar los crímenes que cometió Amulio. Lo mataron y le devolvieron el trono a Numitor. En agradecimiento, este les dio a los gemelos Romulo y Remo unos territorios al noroeste de Lacio. Los cuales regresaron al Tiber justo en el lugar donde una vez una loba los amamanto y decidieron fundar una ciudad esto ocurrió en el 753 a.C.

Rómulo y Remo estaban en desacuerdo tras la interpretación de unas señales, Remo al ver seis aves en el cielo apuntando hacia el monte Aventino, interpreto que debían fundar la futura ciudad en este monte. Pero su hermano Rómulo lo interpreto de otra forma, ya que las aves estaban sobre el monte Palatino, y este era el lugar sobre el que debían fundar la futura Urbe.

Rómulo marco con un arado los limites de su ciudad, mientras juraba matar a todo aquel que osara traspasar los límites sin su consentimiento. Su hermano Remo burlándose de el decidió traspasar los límites mofándose de su autoridad, Rómulo cumplió su palabra, lo mato allí mismo. Más tarde lo enterro en la cima del monte Palatino.

Rómulo fundo su ciudad en Pompoeium Palatinum, se proclamo rey, con cien miembros creó el senado, dividió la población en 30 congregaciones o curias. La población era principalmente masculina y carecían de mujeres, Rómulo decidió raptar a las mujeres de las tribus sabinas vecinas, finalmente el rapto termino amistosamente con sus vecinos sabinos. Rómulo junto a Tito Tacio el rey sus vecinos compartió el primer reinado de Roma, más tarde Tito murió, reinando Rómulo en solitario.

Rómulo murió en el 717 a.C. Según cuenta la leyenda este pereció a causa de una tempestad provocada por su padre el dios Marte.

Tras la muerte de Rómulo, el senado eligió como sucesor a Numa Pompilio.

La fundación de Roma según cuenta la leyenda y creída por todos, la fecha se situa en el 21 de abril de 753 a.C. La cual es comunmente ceptada, como el año 0 para el mundo romano.
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Mensaje  Paula Lun Nov 19, 2012 7:47 am

Leyenda del "Hombre de Palo"
Leyenda toledana


Leyendas  ........ 29gols3

Aquella mañana otoñal, plagada de hojas de olmos y castaños, el bachiller Rui López de Dávalos(abuelo del que llegará a ser Regidor de Toledo) y el damasquinador Bernardino Moreno de Vargas comentaban los pormenores de las fiestas de Esquivias, cuando avistaron a menos de un treintena de pies al relojero del Emperador Carlos V, conocido por todos con el sobrenombre de Juanelo Turriano( en la pila bautismal de Cremona, donde vino al mundo con el siglo, rezaba como Giovanni Torrino), que venía hacia la plazuela donde ambos estaban apostados aprocechando los rayos solariegos de tan bendecida mañana. Lo sorprendente no era ver al ingeniero y matemático italiano caminar por estos lares, ya que de costumbre matutina Juanelo solía dar paseos en compañía de su mozo, Jorge de Diana, donde era agasajado y reverenciado por curia y artesanos, licenciado y mercaderes, cortesanos y pueblo llano; nadie olvidaba que Juanelo y su artificio habían calmado la sed del amurallado y empinado Toledo. No.

Las perplejas miradas del bachiller y del damasquinador de aquel día de mil quinientos sesenta y tantos se centraron en el extraño acompañante, que no era su ayudante Jorge, que caminaba al lado de Juanelo con paso balanceante como si el vino de El Toboso hubiera hecho mella por su temprana y aventurada ingestión.

Cuando el resuello de Juanelo y su enigmático compañero de zancada alcanzaron a Rui y Bernardino, éstos fueron incapaces de pronunciar palabra y saludar al relojero del César como en ellos era castellana costumbre. Quedaron petrificados, embrujados por un no sé qué hechizo, como si huebieran visto a los mismisimos Caballeros de Lucifer cabalgando a lomos de dragones alados. Pero no sólo estos dos toledanos quedaron estupefactos, también el resto de vecinos que en ese momento se hallaban en el lugar no daban crédito a lo que estaban viendo aquela mañana de primeros de noviembre. Algunos, incluso, con rodilla en tierra, invocaron a sus santos de devoción, acogiéndose al Santísimo como máximo protector por que podía pasarles.

Turriano, ajeno a la perpejeidad de sus vecinos, anduvo su camino por la calle estrecha que conducía hasta el Palacio Episcopal, asiendo de vez en cuando a su acompañante por un brazo para que éste no diera de bruces con el suelo. El personaje tan enigmático que había causado el terror, más que la admiración, entre la población no era otra cosa que un autómata de madera que, según los presentes, se movía con tal garbo y destreza que en nada tenía que envidiar a los agüeros que desde el Puente de San Martín al Zoco acarreaban todas las mañanas el agua que refrescaba los gaznates de los curtidores, plateros y alfareros, que a grito pelado vendían en este mercado sus artesanas manufacturas. Al día siguiente, Juanelo Turriano repitió el mismo paseo acompañado de su autómata, y aunque la expectación fue la misma el recelo de la muchedumbre, sin embargo, se convirtió, una vez más, en admiración hacia el ingeniero al que les tenía acostumbrados el relojero italiano de Carlos V. Ese día, si cabe, el autómata de Tuerriano daba zancada más acordes con los andares imperiale, muy de moda en Toledo tras imponerse la iconografía de los reales Alcázares de Sevilla donde Carlos V y el amor de su vida, Isabel de Portugal, habian contraído matrimonio canónico en la lejana y añorada madrugada del día 11 de marzo de 1526.

Fue una mañana histórica, de reconocimiento multitudinario, puesto que la voz se había corrido tanto o más que la pólvora utilizada por el Emperador para poner orden en sus vastos territorios europeos. Cientos de toledanos madrugaron para ver persoalmente el nuevo invento de Juanelo Turriano, y apostados en las calles en filas interminables, como si fueran a presenciar el cortejo procesional del Corpus Christi, esperaron pacientemente a que el relojero saliera de su casa camino del Palacio Episcopal. Incluso representeantes del Santo oficio participaron en este espectáculo por si la inspiración luterana y hereje hubiera poseído al hasta ahora modélico católico y apostólico Juanelo Turriano.

El relojero abandonó su vivienda a la misma hora que solía hacerlo cada mañana, pero para la decepción de todos, Juanelo iba acompañado ese día por su ayudante Jorge de Diana y no por el protagonista que había causado tamaño revuelo y congregado a cientos de toledanos a lo largo de la calle por donde supuestamente caminaría el autómata. Entre la vecindad se alzó una voz, y preguntó a Turriano: "Señor, ¿dónde habéis dejado hoy a vuestro famoso hombre de palo, del que todo Toledo habla y que nos ha reunido a todos aquí?". Juanelo, envuelto en capa de paño segoviano por las tempraneras heladas que presagiaban un duro invierno en la Ciudad Imperial, se dirigió al grupo de donde procedía la interrogante voz, y con palabra pausada e ineludible acento italiano, respondió: "Estén todos ustedes tranquilos que al que llaman hombre de palo, que para mí es sólo un pasatiempo y un juguete, saldrá de mi morada no más tarde de que el sol limpie la escarcha de esta plazuela". Dicho esto, Juanelo y su mozo se dirigieron hacia el Puente de Alcántara para inspeccionar su artificio y comprobar que la compleja y gran noria funcionaba a la perfección y que el suministro de agua al Alcázar era constante y fluido. Allí, en los aledaños de la casa de Juanelo, permanecieron todos, sin que nadie se atreviera a abandonar su privilegiado emplazamiento que le permitiría ver a la estatua moviente.

La dueña de la casa abrió el protón, y ayudando al autómata situarse en ruta, lo acercó con delicadeza al centro de la calle. Acto seguido, el hombre de palo echó su pie derecho hacia delante y comenzó a andar, y después de muchas reverencias y cortesías llegó hasta el Palacio Arzobispal, donde tomó la ración de pan, carne y sal que a Juanelo Turriano correspondía como aparejador de la Catedral, nombrado en su día por el Cardenal Tavera, prelado entonces de esta Diócesis. Una vez depositadas las viandas en un pequeño saco que colgaba a modo de mochila de su hombro hasta alcanzar media espalda, al autómata dio media vuelta sobre sí mismo y recorrió el camino andando, donde el ama le esperaba impaciente. Este paseo del hombre de palo fue del agrado de todos los toledanos, que a partir de ese momento reforzaron, aún más, la convicción de tener entre su vecindario al más insigne y sabio de cuantos científicos vivían en la época.

Fue a partir de entonces cuando la popularidad del italiano traspasó todas las fronteras atribuyéndole nuevos y prodigioso inventos desarrollados en su época milanesa, y que, según los rumores alentados por el populacho, había cuadrado con extremo celo hasta su muertes el Emperador Carlos V para su deleite personal en su retiro de Yuste, donde Juanelo vivió casi recluido en Cuacos en compañía de otros destacados inventores, astrólogos y científicos. Se decía que había construido pájaros que batían las alas y cantaban, y tanta era su naturalidad que había que atarlos para que no se escaparan. Otros aseguraban haber visto varias estatuillas de hombres armados a caballo, que tocaban las trompetas y los tambores. Incluso, su fiel amigo y cronista Ambrosio de Morales describía el modelo que hizo de una "dama de más de una tercia de alto, que puesta sobre una mesa danza por ella al son de un tambor, que ella misma va tocando y da vueltas tornando a donde partió".

El hombre de palo se convirtió así en la atracción preferida por los toledanos, que incluso, venían de los pueblos y de la vecina Madrid para ver n situ al autómata de Juanelo que, puntualmente, unas veces acompañado por su creador, otras en soledad matutina, recorría el camino que distaba entre la casona del sabio italiano y el palacio de la curia toledana, donde los eclesiásticos tenían en el autómata una de sus preferidas diversiones. "sólo le falta hablar", comentaba Saturnino Bellido, santero arzobispal, que era el primero en recibir a la estatua andante antes de que ésta recogiera en su pardo saco las prebendas alimenticias que correspondían a su amo y creador. La popularidad del autómata llevó a los toledanos a renombrar la estrecha calle donde la estatua moviente tenía más dificultades de atravesar, y que antecedía a la plaza donde se hallaba el Palacio Arzobispal, siendo bautizada pro el propio pueblo como Calle del Hombre de Palo.

Así fue como el hombre de palo quedó inmortalizado en la historia milenaria de Toledo, y hoy todavía perdura la calle que lleva su nombre, por donde el autómata, de dos varas de alto y miembros correspondientes, paseó su gracia, unas veces vestido de corto, otras de golilla, pero siempre exhibiendo una cariñosa cortesía que cautivó a los guachos del Toledo que pocos años después perdería la capitalidad del Reino. Tal era la devoción de estos muchachos, tal su querencia con el hombre de palo, que los corros infantiles quisieron dotar a la estatua de vida propia y tratarla como un vecino más del amurallado Toledo, bautizándolo con el nombre de Don Antonio, pero eludiendo dotarlo de apellido no fuera que el árbol genealógico de Giovanni Torriano, a pesar de no estar blasonado, se sintiera herido en su historia ancestral por llamar al hombre de palo Don Antonio Turriano, que como criatura creada por el relojero de Carlos V le debería corresponder.
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Mensaje  Paula Lun Nov 19, 2012 7:49 am

La leyenda de Sant Jordi
Leyenda catalana


Leyendas  ........ Smqbmw

Dice la leyenda que hace mucho mucho tiempo había un dragón monstruoso, con largas uñas y aliento de fuego. Este dragón hacía huir al pueblo, mataba a la gente con su aliento y se tragaba vivas a las personas.

Los aldeanos, sin otra solución, decidieron darle dos ovejas a diario para apaciguar su hambre. Cuando terminaron con las ovejas, le dieron vacas, bueyes y todos los animales que tenían, hasta que se quedaron sin ninguno. El rey convocó una reunión, donde decidieron que harían un sorteo y le darían al dragón una persona cada día, para que se la comiese.

Un desafortunado día le tocó a la hija del rey, y él, entre lágrimas dijo:

-Perdonad a mi hija y, a cambio, os daré todo mi oro, mi plata y la mitad de mi reino, pero os los pido por favor, dejad a mi hija.

El pueblo se lo negó, y el rey pidió ocho días para llorar a su hija. Llegado el día, el rey la vistió y la dejó delante de la cueva, cerca del dragón.

Pero de repente, cuando el dragón ya abría su gran boca para comerse de un mordisco a la princesa, apareció, cabalgando sobre un caballo blanco y con su lanza y su escudo dorado el caballero Sant Jordi, para salvar a la princesa de las garras de aquel enorme dragón.

Aquel caballero alzó su larga lanza y, de un golpe, el dragón cayó desplomado al suelo, con la lanza clavada en el centro del corazón.

De repente, de la sangre del dragón que le brotaba cuerpo abajo salió un rosal, con unas rosas que brillaban con el esplendor del sol y, de pronto, el caballero Sant Jordi cogió una, la más bonita de todas, se dirigió a la princesa y se la dio en señal de amor.

El rey le pidió al caballero que se casara con su hija y le prometió que le daría todo su oro y la mitad de su reino. Pero el caballero se marchó sobre su caballo blanco sin decir nada. Desde aquel día la gente del pueblo vivió tranquila.

Es por eso que en el día de Sant Jordi los hombres de Catalunya regalan una flor a la persona que más quieren
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Mensaje  Paula Lun Ene 28, 2013 10:26 pm

Las Arañas de Navidad
leyenda alemana


Leyendas  ........ 25gfad1

Hubo una vez hace mucho, mucho tiempo, un hogar alemán en el que la madre se encargaba de limpiar la casa para celebrar el día más maravilloso del año.

Era el día en el que nacía Jesús, el día de la Navidad. Ella limpiaba y limpiaba para que no pudiera ser encontrada ni una sola mota de polvo. Incluso limpió esos rincones en donde en muchas ocasiones al hacer mucho tiempo que nos e limpia suelen aparecer minúsculas telas de araña. Las pequeñas arañas, viendo sus telas destruidas, huyeron y subieron a Dios sabe qué rincón del ático.

Por fin llegó la víspera del Día de Navidad..En esa casa colocaron y decoraron con mucho orgullo y alegría el árbol, y la madre se quedó junto a la chimenea, esperando que sus hijos bajaran de sus habitaciones. Sin embargo, las arañas, que habían sido desterradas tras la ardua limpieza de la madre, estaban desesperadas porque no iban a poder estar presentes en la mañana de Navidad. La araña más vieja y sabia sugirió que podían ver la escena a través de una pequeña rendija en el vestíbulo.

Silenciosamente, salieron del ático, bajaron las escaleras y se escondieron en la pequeña grieta que había en el vestíbulo. De repente la puerta se abrió y las arañas asustadas corrieron por toda la habitación. Se escondieron en el árbol y se arrastraron de rama en rama, subiendo y bajando, buscando esconderse en las decoraciones más bonitas.

Cuando Santa Claus bajó por la chimenea aquella noche y se acercó al árbol, se dio cuenta con espanto que estaba lleno de arañas. Santa Claus sintió lástima de las pequeñas arañas, porque son criaturas de Dios, sin embargo pensó que la dueña de la casa no pensaría lo mismo que él. Por eso, con un toque de magia, golpeó un poco el árbol y convirtió a las arañas en largas tiras brillantes y luminosas.

Desde entonces, en Alemania, todos los años, los abuelos les cuentan a sus nietos la leyenda de las Arañas de Navidad, y colocan con ellos las guirnaldas brillantes de de colores en el árbol. Cuenta la tradición que siempre hay que incluir una araña en medio de cada decoración
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Mensaje  Paula Lun Ene 28, 2013 10:28 pm

El lago sagrado Antankarana
Leyenda africana


Leyendas  ........ 90rdb7

En el País Antankarana, se encuentra el lago Antañavo. Cuenta el Pueblo Antankarana que hace mucho tiempo, donde hoy está el lago existía un gran poblado que contaba con su rey, príncipes y princesas, con grandes manadas de vacas y campos de yuca, patatas y arroz.

En este pueblo, mezclados entre la población, vivían un hombre y una mujer a quienes sus vecinos no conocían. Se habían casado y tenían un niño de unos seis meses de edad.

Una noche, el niño empezó a llorar, sin que la madre supiera qué hacer para calmarlo. A pesar de las caricias de la madre, de mecerle en sus brazos, de intentar darle de mamar, el niño no cesaba de llorar y gritar.

Entonces, la madre cogió al bebé en brazos y fue a pasear con él a las afueras del pueblo, sentándose bajo el gran tamarindo donde las mujeres solían juntarse por la mañana y por la tarde para moler arroz, por lo que le llamaban ambodilôna. La madre pensaba que la brisa y el frescor de la noche calmarían al niño. En cuanto ella se sentó, el niño se calló y se quedó dormido. Entonces, suavemente volvió para casa, pero nada más cruzar la puerta, el niño se despertó y comenzó de nuevo a llorar y gritar.

La madre salió de nuevo y volvió a sentarse en un mortero a arroz y, como por encantamiento, el niño dejó de llorar y volvió a dormirse. La madre, que quería volver junto a su marido, se levantó y se dirigió hacia casa. Nuevamente, en cuanto la mujer cruzó el umbral de la puerta el niño se despertó y comenzó a llorar violentamente. Por tres veces hizo la madre lo mismo, y tres veces el niño, se dormía en cuanto ella se sentaba en el mortero de arroz, y se despertaba cuando ella intentaba entrar en casa. La cuarta vez, decidió pasarse la noche bajo el tamarindo.

Apenas había tomado esta decisión, cuando de repente todo el pueblo se hundió en la tierra desapareciendo con un gran estruendo. Donde hasta entonces había estado el pueblo no quedaba sino un enorme agujero que de pronto comenzó a llenarse de agua hasta que ésta llegó al pie del tamarindo donde la mujer asustada sostenía a su hijo, apretándole entre sus brazos.

En cuanto se hizo de día, la mujer fue corriendo hasta el pueblo más cercano para contarles lo que había sucedido ante sus ojos y cómo habían desaparecido todos los vecinos.

Desde entonces, el lago adquirió un carácter sagrado. En él viven muchos cocodrilos en quienes los antankarana y los sakalava creen que se refugiaron las almas de los antiguos habitantes de la aldea desaparecida bajo las aguas. Por esta razón, no sólo no se les mata sino que se les da comida en ciertas fechas.

Tanto el lago Antañavo como en el gran tamarindo, los cocodrilos que en allí habitan son venerados y se acude a ellos para pedir ayuda.

Así, cuando una pareja no acaba de tener hijos, acude al lago e invoca a las almas de los habitantes desaparecidos pidiéndoles que se le conceda una numerosa descendencia, prometiendo, a cambio, volver para ofrecerles el sacrificio de animales para su alimento. Cuando la petición tiene éxito, la pareja regresa al lago para cumplir lo prometido. Los animales sacrificados se matan muy cerca del agua, parte se echa en el agua y parte de su carne se reparte por las cercanías del lago para provocar que los cocodrilos se alejen lo más posible del agua, porque piensan que cuanto más se alejen mayor será la ayuda que proporcionarán.

Cuando un antakarana cae enfermo, se le lleva muy cerca del lago, se le lava con sus aguas y dicen que se cura.

Está prohibido bañarse en sus aguas e incluso hasta meter en ellas las manos o los pies. Cuando uno quiere beber o tomar agua del lago, debe hacerlo con la ayuda de un recipiente dispuesto al final de una vara larga y sólo puede beberla a algunos pasos de la orilla.

También está prohibido escupir en el lago o cerca de él, así como hacer sus necesidades en los alrededores. Se cree que quien violara estas prohibiciones sería devorado, pronto o tarde, por los cocodrilos.
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Mensaje  Paula Jue Abr 18, 2013 8:17 am

LEYENDA DEL ATRAPASUEÑOS
Leyenda Lakota

Leyendas  ........ 2iad8yd

Hace mucho tiempo cuando el mundo era joven, un viejo líder espiritual Lakota estaba en una montaña alta y tuvo una visión. En esta visión Iktomi, el gran maestro bromista de la sabiduría apareció en la forma de una araña. Iktomi le hablo en un lenguaje sagrado, que solo los líderes espirituales de los Lakotas podían entender.

Mientras le hablaba Iktomi, la araña tomo un aro de sauce, el de mayor edad, también tenia plumas, pelo de caballo, cuentas y ofrendas y empezó a tejer una telaraña.

Él habla con el anciano acerca de los círculos de la vida, de como empezamos la vida como bebes y crecemos a la niñez y después a la edad adulta, finalmente nosotros vamos a la ancianidad, donde nosotros debemos ser cuidadosos como cuando éramos bebes completando el circulo.

Pero Iktomi dijo mientras continuaba tejiendo su red, en cada tiempo de la vida hay muchas fuerzas, algunas buenas otras malas, si te encuentras en las buenas fuerzas ellas te guiaran en la dirección correcta. Pero si tu escuchas a las fuerzas malas, ellas te lastimaran y te guiaran en la dirección equivocada.

El continuo, ahí hay muchas fuerzas y diferentes direcciones y pueden ayudar a interferir con la armonía de la naturaleza.
También con el gran espíritu y sus maravillosas enseñanzas.
Mientras la araña hablaba continuaba entretejiendo su telaraña, empezando de afuera y trabajando hacia el centro.

Cuando Iktomi termino de hablar, le dio al anciano Lakota, la red y le dijo: ve la telaraña es un circulo perfecto, pero en el centro hay un agujero, usa la telaraña para ayudarte a ti mismo y a tu gente, para alcanzar tus metas y hacer buen uso de las ideas de la gente, sueños y visiones.
Si tu crees en el gran espíritu, la telaraña atrapara tus buenas ideas y las malas se irán por el agujero.

El anciano Lakota, le paso su visión a su gente y ahora los indios Siux usan el atrapasueños como la red de su vida.

Este se cuelga arriba de sus camas, en su casa para escudriñar sus sueños y visiones.
Lo bueno de sus sueños es capturado en la telaraña de vida y enviado con ellos, lo malo de sus sueños escapa a través del agujero en el centro de la red y no será más parte de ellos.

Ellos creen que el atrapasueños sostiene el destino de su futuro
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Mensaje  Paula Lun Mayo 06, 2013 6:11 am

Leyenda del Cuélebre
Leyenda asturiana

Leyendas  ........ 5af7yx

« Cuenta la tradición que hace muchas centurias y en la poética ciudad de Cangas de Onís, vivía un rey con una hija joven y bella.
Todos los nobles, prendados de su hermosura, disputaban su corazón, pero la princesa a nadie correspondía, decidida a casarse únicamente por amor verdadero.
Haciéndosele imposible la espera, un día ordenó el rey que la trajeran a su presencia y con acento severo, advirtióle-- Tienes ocho días para elegir marido, si es que no quieres exponerte a la suerte de un castigo-- Breve me lo fiáis-- contestó la joven--; no me casaré hasta tanto no me sienta firmemente enamorada.
Había transcurrido el tiempo prefijado y propúsose el rey dar cumplimiento a su palabra. Invitó a la princesa a un paseo y la condujo hasta un paraje de Abamia, donde se abría una cueva de la que el vulgo contaba cosas extraordinarias: decían unos que de allí salían gemidos y suspiros; referían otros que su interior comunicaba con el mismo infierno; no faltando quién aseguraba que allí habitaba el misterioso cuélebre... ...Abandonó el rey su montura y con curiosidad fingida acercose a la puerta de la cueva; otro tanto hizo la princesa, momento en el que el padre aprovechó para, mirándola fijamente, conjurarla con estas palabras: "En esta cueva te meterás, y cuélebre te harás, y el que contigo quiera casar, tres besos en la lengua te tiene que dar..." Al instante la frágil y bella princesa se convirtió en espantoso cuélebre que se deslizó pesadamente cueva adentro.
... Cumplido el castigo, pesaroso, retornó el rey a palacio, sin darse cuenta de que en las proximidades de la cueva andaba un pastor, mozo apuesto, que vio el encantamiento y oyó el conjuro. Armado de valor, penetró en la cueva, y prendiendo fuértemente la cabeza del cuélebre, le dio tres besos en la lengua. Al instante se rompió el conjuro y apareció la princesita, radiante, serena y pletórica de hermosura.
Asegura la tradición que esta vez sí se enamoró la princesa de su salvador, que se casaron y que fueron reyes felices ».
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Mensaje  Paula Lun Mayo 06, 2013 6:13 am

Leyenda del lagarto de la Magdalena
Leyenda de Jaén

Leyendas  ........ Xlwcoh

Esta leyenda del Lagarto de la Magdalena o de Jaén es la más popular de la ciudad y su fama es tal que la identifica. La versión más extendida es la de que en la cueva de la fuente que hay enfrente de la iglesia de la Magdalena se cobijaba un lagarto gigantesco que cuando salía se comía a las personas y animales que iban a por agua. Era tal el estado de miedo y desesperación que la población no sabía ya qué hacer.

Pero resulta que había un preso en la cárcel condenado a muerte que pidió que se le perdonara si lograba matar al lagarto. Desesperados, los vecinos accedieron a su proposición. Entonces él pidió un caballo, una lanza, un saco de pólvora, una piel de cordero y un costal de panes calientes recién hechos. Fue de noche frente a la cueva con el costal de panes calientes y cuando el lagarto los olió, salió de la cueva; al ver al hombre fue hacia él pero este salió cabalgando y le iba echando los panes al lagarto, cruzando así la ciudad, cuyos habitantes permanecían en sus casas horrorizados. El preso llevó de esta manera al monstruoso lagarto hasta junto a la iglesia de San Ildefonso y allí le tiró el saco de pólvora envuelto en la piel del cordero y el lagarto se lo tragó creyendo que era un cordero y al poco de devorarlo la pólvora estalló y el lagarto reventó.

De esta manera la ciudad se pudo librar del terrible animal gracias al valor y la astucia del preso, que, por supuesto, fue liberado.

Una variante de la leyenda dice que fue un pastor el que hizo reventar al lagarto arrojándole la piel de un cordero rellena de yesca ardiendo, con lo que el lagarto se abrasó y murió. Ximénez Patón, en su "Historia de la antigua y continuada nobleza de la ciudad de Jaén", de 1628, recoge esta versión de la leyenda.

La otra versión menos popular y conocida, recogida por Alfredo Cazabán a principios del siglo XX, es la que cuenta que fue un caballero de reluciente armadura, o de armadura de espejos, el que se plantó delante del lagarto y este se quedó deslumbrado al brillar el sol en la armadura, hecho que aprovechó el caballero para matarlo de un espadazo.

Hay que tener en cuenta que en las crónicas antiguas no se habla de un lagarto sino de una gran sierpe, es decir, una enorme serpiente, es decir, típica denominación en los textos antiguos para este tipo de monstruos que no dejan de ser los legendarios dragones, y eso precisamente es, un dragón, lo que aparece en el escudo de la catedral de Jaén y lo que tradicionalmente se ha dicho asemeja la ciudad acostada a los pies del cerro de Santa Catalina, como dice Ximena Jurado en el siglo XVII y el deán Mazas en el XVIII
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Mensaje  Paula Lun Mayo 06, 2013 6:15 am

El Fantasma del Castillo de San Servando
Leyenda toledana

Leyendas  ........ Dm5pcp

El Castillo de San Servando en Toledo, ha tenido variados habitantes desde su remota construcción, allá en época árabe. Cuando estuvo bajo el cobijo de los Caballeros Templarios se originó la leyenda que se relata a continuación.

En una noche fría de noviembre con fuertes vientos que alborotaban la lluvia, los vigías y Don Nuño Alvear hacían la guardia mientras los demás descansaban plácidamente. El centinela vigilaba desde una pequeña habitación y casi caía dormido al no tener más entretenimiento que observar la danza del fuego en su pequeña chimenea, pero junto a los silbidos del viento creyó escuchar una tenebrosa y estremecedora voz.
Momentos más tarde alguien llamó a la puerta. Tal vez era algún necesitado, pero no había que confiar en los que andaban errantes a tan altas horas. El recién llegado dialogaba con los soldados de la entrada suplicando albergue, mientras Don Nuño, intranquilo, escuchaba tras la puerta. Su voz tenía un acento. Minutos más tarde se presentó en la cámara del Templario un viejo canoso de larga y blanca barba. Sus manos huesudas sostenían a duras penas el báculo de peregrino, y sus pies descalzos se arrastraban penosamente por las losas del pavimento. Don Nuño, estremecido, se puso de pie dirigiendo su temerosa mirada al anciano, que le dijo: -Por fin me presento ante vos-,-¿De dónde venís y a dónde os dirigís?- preguntó el guardián con voz temblorosa,-De dónde vengo es un enigma, pero allí he de regresar de nuevo- contestó el viejecillo.

Don Nuño no pudo comprender las palabras del visitante, estaba demasiado asustado para pensar, se frotaba los ojos para comprobar que no fuese un sueño y al saber que no, preguntó de nuevo al anciano: -Decidme, ¿quién sois y a qué habéis venido?-,-A por vos. O mejor aún, a por vuestra alma, que escapa de vuestro pecho como el humo escapa de la llama. Ahora estáis en mis manos. ¡Soy vuestra muerte!- respondió tranquilamente el anciano mientras el cuerpo del Templario era invadido por un escalofrió que le obligaba a gritar por ayuda -Es inútil, en vuestro pecho no queda fuerza para el más leve soplo. Debéis afrontar vuestro destino- exclamaba pacíficamente el señor de barbas blancas -¡Os lo ruego, -dejadme! – suplicaba Don Nuño, -De nada sirven vuestros ruegos ante los testimonios de los que os acusan ante Dios. ¡Mirad, mirad!-.

Entonces, entre las llamas de la chimenea, se reflejaron dolientes rostros. Don Nuño los reconoció a todos, cada uno de ellos había sufrido a manos del cruel Templario. Había musulmanes a quien crucificó, doncellas que arrojó por un precipicio al negarse a satisfacer sus sucios deseos, los pacíficos peregrinos que huían humeando en carne viva al serle derramado aceite hirviendo desde lo alto de las torres del castillo. Todas las escenas fueron revividas por don Nuño, que cayó al suelo echándose las manos a los ojos sintiendo que le ardían las entrañas, se le nubló la vista, el corazón comenzó a agitársele bruscamente y un zumbido retumbó en su cerebro.

Al despuntar el alba uno de los soldados se dirigió a la cámara de don Nuño, comprobando con espanto que éste se hallaba muerto en el suelo, con el pelo más blanco, y con abundante sangre manando de su nariz, boca y ojos. Del misterioso peregrino no supieron nada
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Mensaje  Paula Lun Mayo 06, 2013 6:17 am

Leyenda de Gara y Jonay
Leyenda canaria

Leyendas  ........ 2liio36

Cuentan que en la isla de La Gomera, también conocida por Isla del Agua, vivía una hermosa mujer llamada Gara y existían unos chorros de agua llamados Chorros de Epina a los cuales se les atribuía la cualidad de saber predecir los designios del amor para las jóvenes habitantes de la isla, de modo tal que, cuando una chica joven se acercaba a consultar los mismos, si el agua se mantenía clara y traquila significaba que encontraría el amor pero si el agua se enturbiaba se entendía como signo de desamor.
Se acercaban las fechas de las fiestas de La Gomera y Gara y sus amigas decidieron consultar a los Chorros de Epina para saber si durante el transcurso de las celebraciones encontrarían el amor. Llegado el turno de Gara el agua se mantuvo limpia y tranquila y acto seguido comenzó a enturbiarse, sin poder apreciar una clara respuesta por lo tanto. Al instante la bella joven consultó al Sabio del lugar, único maestro de la isla que sabía interpretar los designios de los chorros a la perfección, quien anunció a Gara que encontraría el amor pero se mantuviera a distancia del fuego. Sin duda era una interpretación algo confusa, pero tenía su por qué...

Llegadas que fueron las fiestas de La Gomera arribó a la isla junto con sus familiares un apuesto y joven guanche de la vecina isla de Tenerife, la cual por su volcán Teide (Hecheide) era conocida como la Isla del Fuego. El muchacho de noble familia tenía por nombre el de Jonay. Por la noche en el baile se conocieron Gara y Jonay y el amor surgió de inmediato entre ellos nada más cruzarse sus miradas. Si bien ella era del agua y él era del fuego... y la profecía del Sabio hubo sido tajante. Conforme fueron a hacer público su amor, las aguas de la isla de La Gomera comenzaron a agitarse violentamente y a su vez en la isla de Tenerife el fiero volcán Hecheide inició una agresiva erupción escupiendo grandes cantidades de lava y fuego. Entonces una de las amigas de Gara que estuvo con ella en la consulta a los Chorros de Epina y presenció el momento de las palabras del Sabio recordó la interpretación y rápidamente la comunicó a los padres de Gara y de Jonay, quienes impidieron a los jóvenes la unión y les decretaron la prohibición de verse de nuevo.

Amor de agua y fuego. Una unión imposible. Más si algo es poderoso en el mundo es la fuerza del amor y estando Jonay en Tenerife no dejaba de anhelar a Gara, la cual en La Gomera soñaba y ansiaba el reencuentro con su amado guanche. De este modo, una noche y ayudado con dos pieles de cordero infladas a modo de flotadores y salvavidas, Jonay salvó a nado la distancia entre las islas de Tenerife y La Gomera para encontrase con su amada pese a la prohibición que entre ellos recaía. El Príncipe de fuego desafiando a las aguas y movido por el amor se encontró con Gara nuevamente y los dos jóvenes huyeron hacia El Cedro, el lugar más alto de la isla de La Gomera, pero fueron perseguidos por desacatar las órdenes dadas por sus familias y desoír las advertencias del Sabio, el que, si bien vaticinó a Gara que encontraría el amor, igualmente le anunció un trágico final. Las aguas de los Chorros de Epina en su consulta permanecieron quietas y cristalinas y se enturbiaron después. La interpretación fue la profecía dicha en su día: "Hallarás el amor, más mantente alejada del fuego". Perseguidos y acorralados, los amantes ascendieron al pico más alto de la isla del agua, la montaña Laurisilva, y viendo que no tenían salida ni escapatoria y en un magnánime símbolo de incapacidad de renunciar al amor, prendieron un robusto palo de madera afilado por sus dos extremos y apoyándolo en sus pechos se abrazaron proclamando su amor y murieron a la vez atravesados.

Desde entonces esa montaña se llama Garajonay en recuerdo y homenaje a los dos jóvenes enamorados que prefirieron morir juntos a vivir separados. A día de hoy en el lugar se enclava el Parque Nacional de Garajonay, catalogado como reserva natural desde 1981, quien en su nombre oculta esta bella leyenda desconocida por muchos.
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