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Cuentos para pensar

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Cuentos para pensar - Página 10 Empty Re: Cuentos para pensar

Mensaje  Paula Sáb Ago 10, 2013 12:03 am

El eremita astuto.

Cuento clásico indio sobre el peligro del ego.

Hace algún tiempo existió un eremita muy peculiar. Sus cabellos eran blancos como la espuma y su rostro aparecía surcado con esas profundas arrugas que delatan más de un siglo de vida. Sin embargo, su mente continuaba sagaz y despierta, y su cuerpo flexible como un lirio. A costa de someterse a toda suerte de disciplinas y austeridades, había obtenido un asombroso dominio sobre sus facultades y desarrollado portentosos poderes psíquicos. Pese a todo, aún no había logrado debilitar su arrogante ego.

Cierto día, Yama, el Señor de la Muerte, envió a uno de sus emisarios para que atrapase al eremita y lo condujese a su reino. El ermitaño, con su desarrollado poder clarividente y consciente de que la Muerte no era clemente con nadie, intuyó las intenciones de su emisario y, experto en el arte de la ubicuidad, proyectó treinta y nueve formas idénticas a la suya. Cuando el enviado de la parca llegó, contempló, estupefacto, cuarenta cuerpos iguales y, como le fue imposible detectar el cuerpo verdadero, no pudo apresar al sagaz eremita y llevárselo consigo.

El emisario de la muerte regresó junto a Yama, su señor, y le expuso lo acontecido con una gran sensación de fracaso. El poderoso Señor de la Muerte se quedó pensativo durante unos instantes. Acercó sus labios al oído de su mensajero y le dio algunas instrucciones de gran precisión. Una sonrisa asomó por el rostro, siempre circunspecto, del ayudante de la Muerte, que presto se puso en marcha hacia donde habitaba el eremita. De nuevo, éste, con su tercer ojo altamente desarrollado y perceptivo, intuyó que se aproximaba el mandado de la parca. En unos instantes, reprodujo el truco anterior y recreó treinta y nueve formas exactas a la suya. El emisario de la muerte se encontró con cuarenta cuerpos idénticos. Siguiendo las instrucciones de Yama, su señor, exclamó:

—Muy bien, pero que muy bien. ¡Qué gran proeza!— Y tras un breve silencio, agregó:—aunque… sin duda, has cometido un pequeño fallo. Entonces el ermitaño, herido en su orgullo, se apresuró a preguntar:

—¿Y cuál es ese error?

Así fue como el mensajero del Señor de la Muerte pudo atrapar el cuerpo real del eremita y conducirlo sin demora a las tenebrosas moradas de la muerte.

Autor : Mar Cano
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Mensaje  Paula Sáb Ago 10, 2013 12:04 am

Un pobre campesino estaba sentado a la puerta de su pobre rancho medio destruido, cuando se le acercó un pasajero y le pidió un vaso de agua.

- ¿Cómo le va con la cosecha del algodón? Le preguntó.

-"No tengo algodón- contestó el campesino. Temí que me lo comiera el picudo.

- El maíz , entonces, ¿cómo le va?

- Tampoco sembré maíz - Le contestó - . Temí que no lloviera".

El forastero, un poco confundido, siguió preguntándole - ¿Y las papas como van?

- No sembré papas, porque tuve miedo a los gusanos.

- Pero - hombre - ¿qué sembró usted entonces?

- Nada - respondió el campesino.- "quise ir sobre seguro".
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Mensaje  Paula Sáb Ago 10, 2013 12:04 am

Un guardia que no sabía lo qué estaba guardando.

Un amigo mío, alcalde de una gran ciudad, se preguntó, con asombro, qué hacía un cierto guardia que vigilaba a diario un determinado jardín. Investigando descubrió que hacía siete años habían ordenado que un guardia vigilase aquel jardín, en el que habían pintado recientemente todos los bancos, para evitar que la gente se untara en ellos. Y siete años después, cuando los bancos no sólo se habían secado, sino hasta habían perdido su pintura...,allí seguía aquel guardia a diario vigilando .........ya no sabía qué. Cobraba su sueldo y esto le bastaba. No le importaba para nada saber lo que estaba haciendo.
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Mensaje  Paula Sáb Ago 10, 2013 12:05 am

Los sueños del sapo

Una tarde un sapo dijo:

- Esta noche voy a soñar que soy árbol. Y dando saltos, llegó a la puerta de su cueva. Era feliz; iba a ser árbol esa noche.

Todavía andaba el sol girando en la vereda del molino. Estuvo largo rato mirando el cielo. Después bajó a la cueva, cerró los ojos y se quedó dormido. Esa noche el sapo soñó que era árbol.

A la mañana siguiente contó su sueño. Mas de cien sapos lo escucharon:

- Anoche fui árbol - dijo -, un álamo. Estaba cerca de unos paraísos. Tenía nidos. Tenía raíces hondas y muchos brazos como alas, pero no podía volar. Era un tronco delgado y alto que subía. Creí que caminaba, pero era el otoño llevándome las hojas. Creí que lloraba, pero era la lluvia. Siempre estaba en el mismo sitio, subiendo, con las raíces sedientas y profundas. No me gustó ser árbol.

El sapo se fue, llegó a la huerta y se quedó descansando debajo de una hoja de acelga. Esa tarde el sapo dijo:

- Esta noche voy a soñar que soy río. Al día siguiente contó su sueño. Más de doscientos sapos formaron rueda para oírlo.

- Fui río anoche - dijo-. A ambos lados, lejos tenía las riberas. No podía escucharme. Iba llevando barcos. Los llevaba y los traía. Eran siempre los mismos pañuelos en el puerto. la misma prisa por partir, la misma prisa por llegar. Descubrí que los barcos llevan a los que se quedan. Descubrí también que el río es agua que está quieta, es la espuma que anda; y que el río siempre está callado, es un largo silencio que busca orillas, la tierra, para descansar. Su música cabe en las manos de un niño; sube y baja por las espirales de un caracol. Fue una lástima. No vi una sola sirena; siempre vi peces, nada más que peces. No me gustó ser río.

Y el sapo se fue, volvió a la huerta y descansó entre cuatro palitos que señalaban los límites del perejil. Esa tarde el sapo dijo:

- Esta noche voy a soñar que soy caballo. Y al día siguiente contó su sueño. Más de trescientos sapos lo escucharon. Algunos vinieron de muy lejos para oírlo.

- Fui caballo anoche - dijo-. Un hermoso caballo. Tenía riendas. Iba llevando un hombre que huía. Iba por un camino largo. Crucé un puente, un pantano; toda la pampa bajo el látigo. Oía latir el corazón del hombre que me castigaba. Bebí en un arroyo. Vi mis ojos de caballo en el agua. Me ataron a un poste. Después vi una estrella grande en el cielo; después el sol; después un pájaro se posó sobre mi lomo. No me gustó ser caballo.

Otra noche soñó que era viento. Y al día siguiente dijo:

- No me gustó ser viento.

Soñó que era luciérnaga, y dijo al día siguiente:

- No me gustó ser luciérnaga.

Después soñó que era nube, y dijo:

- No me gustó ser nube.

Una mañana los sapos lo vieron muy feliz a la orilla del agua

-¿Por qué estás tan contento? - le preguntaron.

Y el sapo respondió.

- Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñé que era sapo.

Autor: Javier Villafañe
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Mensaje  Paula Sáb Ago 10, 2013 12:06 am

El deductivo señor Tábano

El señor Tábano era el nuevo responsable de la oficina de correos de la pradera. Le había costado mucho obtener aquel trabajo tan respetado viniendo desde otro jardín, y según él, lo había conseguido gracias a sus grandes dotes deductivas. Y aquel primer día de trabajo, en cuanto vio aparecer por la puerta a don escarabajo, la señora araña , la joven mantis y el saltamontes, ni siquiera les dejó abrir la boca:

- No me lo digan, no me lo digan. Seguro que puedo deducir cada uno de los objetos que han venido a buscar- dijo mientras ponía sobre le mostrador un libro, una colchoneta, una lima de uñas y unas gafas protectoras.

- La lima de uñas será para doña Araña, sin duda. De tanto arañar tendrá que arreglarse las uñas.
- La colchoneta, -prosiguió aún sin dejarles reaccionar- sin pensarlo se la entrego al señor saltamontes, pues debe entrenar sus saltos muy duramente para mantenerse en forma. Las gafas tienen que ser para el escarabajo, todo el día con la cara tan cerca del suelo obliga a protegerse los ojos. Seguiremos con este gran libro, que seguro es una Biblia; tendré que entregárselo a la joven mantis religiosa, a la que pido que me incluya en sus oraciones. Como verán...

No le dejaron concluir. Lo de la mantis, conocida en la pradera por haber renunciado a su apellido de religiosa, fue demasiado para todos, que estallaron a reír en carcajadas...

- Menudo detective está hecho usted - dijo el saltamontes entre risas-. Para empezar, doña araña viene por el libro, ella es muy tranquila, y por supuesto que no araña a nadie. La colchoneta es para el señor escarabajo, que gusta de tumbarse al sol todos los días en su piscina, ¡y lo hace boca arriba!... nuestra coqueta la mantis, por suspuesto, quiere la lima de uñas, y al contrario que doña araña, no tiene nada de religiosa. Y las gafas protectoras son para mí, que como ya no veo muy bien me doy buenos golpes cuando salto por los montes...

- Ajá,- interrumpió el tábano, recuperándose un poco de la vergüenza- ¡luego usted sí salta montes!
- Yo sí -respondió el saltamontes-, pero como verá, guiarse por sus prejuicios sobre la gente para hacer sus deducciones provoca más fallos que aciertos...

Cuánta razón tenía. Sólo unos días más tarde, tras conocer en persona a los insectos del lugar, el propio señor Tábano se reía bien fuerte cuando contaba aquella historia de sus deducciones, hechas a partir de sus prejuicios antes incluso de conocer a nadie. Y comprendió que juzgar algo sin conocerlo es cosa de necios.

Autor.. Pedro Pablo Sacristán
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Mensaje  Paula Sáb Ago 10, 2013 12:07 am

Los ancianos desterrados

Había una vez un rey muy cruel que decidió desterrar a todos los ancianos de su reino y enviarlos a vivir a un país remoto. Así lo informó a sus soldados.
—Llévenlos lejos de aquí. No sirven para nada. Sólo comen y duermen, pero no trabajan —les ordenó y los amenazó con castigarlos si no obedecían.

Todos siguieron sus instrucciones, excepto uno de ellos, llamado Janos, que amaba mucho a su padre. De modo que le acondicionó una habitación secreta en su casa y allí lo mantenía oculto con todos los cuidados necesarios.

Pasaron los meses y una gran sequía cayó sobre el reino. Los ríos y los lagos perdieron sus aguas, los árboles quedaron sin fruto y los graneros se vaciaron en cuestión de días. Preocupado por el riesgo de la hambruna, el rey llamó a los soldados.
—Les ordeno que encuentren trigo para alimentar al pueblo. De lo contrario los encerraré a todos en un calabozo.

Los soldados salieron, muy tristes, pues en realidad no había forma de cumplir ese mandato. Janos llegó cabizbajo a su casa y fue a la habitación donde su padre permanecía oculto.
—¿Qué te pasa, hijo? —preguntó el anciano. Janos explicó en detalle la grave situación en que se hallaba.

—No te preocupes, tengo una solución para ti —lo tranquilizó su padre. —Cuando trabajaba como labrador, hace muchos años, me llamaba la atención observar a las hormigas que llevaban cientos de granos de trigo a sus hormigueros. Diles a tus compañeros que abran todos los que encuentren en el campo y estarán llenos.

Sin revelar dónde había obtenido esa idea Janos fue con los demás soldados en busca de los hormigueros. A todos les alegró mucho encontrar grandes depósitos de trigo y llenar varios costales. Al día siguiente los presentaron al rey. Éste se sorprendió al oír la ingeniosa manera en que los habían conseguido.
—¿Cómo se les ocurrió? —les preguntó.
—Fue idea de Janos —comentaron.
—Explícame tú, entonces —ordenó el rey.
—Majestad, temo hacerlo pues sé que me castigará.
—Dime, y no te pasará nada malo —prometió el rey, cada vez con más curiosidad.
Janos le contó que su padre anciano, a quien mantenía oculto en su casa, le había dado el consejo.

El rey quedó en silencio por un largo rato y luego tomó la palabra.

—Ahora me doy cuenta que fui muy torpe al desterrar a los ancianos de este reino —reconoció. —Los conocimientos que han acumulado en su vida son una valiosa fuente de sabiduría.

De inmediato, ordenó que los ancianos desterrados regresaran a la ciudad y así ocurrió. Cuando pasó la sequía todos los habitantes recordaron que uno de ellos los había salvado de morir de hambre.

Adaptación de un cuento tradicional búlgaro.
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Mensaje  Paula Sáb Ago 10, 2013 12:07 am

Muchas maneras

Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:

Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que éste afirmaba rotundamente que su respuesta era absolutamente acertada.

Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo. Leí la pregunta del examen y decía: Demuestre cómo es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro.

El estudiante había respondido:
"Llevo el barómetro a la azotea del edificio y le ato una cuerda muy larga.Lo descuelgo hasta la base del edificio, marco y mido. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio."

Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudio, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.

Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física. Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas.

Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara.
En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: tomo el barómetro y lo lanzo al suelo desde la azotea del edificio, calculo el tiempo de caída con un cronómetro. Después se aplica la fórmula altura = 0,5 por A por t^2. Y así obtenemos la altura del edificio.
En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.

Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta.
Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo: tomas el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del Edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio. Perfecto, le dije, ¿y de otra manera?
Si, contestó, éste es un procedimiento muy básico para medir la altura de un edificio, pero también sirve. En este método, tomas el barómetro y te situás en las escaleras del edificio, en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura.
Este es un método muy directo.Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento más sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.
En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo
descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su período de precisión.
En fin, concluyó, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor
sea tomar el barómetro y golpear con él la puerta de la casa del portero Cuando abra, decirle: "Señor portero, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo".
En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) Evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.
El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nóbel de Física en 1922, más conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban.
Fue, fundamentalmente, un innovador de la teoría cuántica. Al margen del personaje, lo divertido y curioso de la anécdota, lo esencial de esta historia es que LE HABÍAN ENSEÑADO A PENSAR
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Mensaje  Paula Miér Ago 21, 2013 6:15 am

El reino de los tres colores

Érase una vez un rey que había gobernado a su pueblo en paz y armonía durante muchos años y ,tanto sus vasallos como reinos cercanos, así lo veían… y así se lo reconocían; por lo que la convivencia entre todos, era uno de los valores de los que más se enorgullecía.

Un día, atraído por la tranquilidad del reino y de sus habitantes, un artesano decidió establecer su negocio allí y lo primero que le llamó la atención era que todo lo que en él había tan sólo tenía tres colores: rojo, amarillo y azul. Así que pensó que sería bueno para los clientes de su nueva tienda, empezar a mezclarlos para hacer nuevas creaciones con ricos y alegres colores. En poco tiempo empezaron a verse ropas con tonos violetas, naranjas y verdes. Aquello fue una novedad que no tardó mucho en llegar a los oídos del rey, el cual mandó llamar al artesano.

Mis consejeros -dijo el rey- me han informado de que estás haciendo ropas con unos colores extraños que en este reino no se han visto jamás y eso puede provocar disturbios y que ,la tranquilidad que este reino ha tenido hasta ahora, se vea alterada. Además no has pedido permiso a nadie para hacerlo.

- Majestad -le respondió el artesano- desconocía que debía pedirse permiso para ello y no pensé que traer un poco de color y variedad a este reino pudiese turbar su paz, sino todo lo contrario, que al hacerlo ayudaría a que sus gentes fuesen más alegres y felices. Además, aunque no sea bueno para mi negocio, estoy dispuesto a enseñar a todos los artesanos del reino a mezclar los colores para que aprendan y puedan pintar sus creaciones de colores: muebles, fachadas, los carros de los bueyes, los adornos de las casas y todo lo que la gente quiera.

Ante tales palabras, los consejeros del rey y los súbditos presentes, quedaron expectantes y ,abriendo sus grandes ojos, esperaron -en silencio- la respuesta de su rey. – Bueno -por fin contestó- veremos cómo se hacen esas mezclas y ya decidiré más adelante.

Cuando llegó el día en el que todos los artesanos se reunieron para aprender las nuevas artes, el rey también acudió a la cita y -sentado en su sillón sobre una tarima, para no perderse detalle- atendió con curiosidad a las explicaciones; tras las cuales, se levantó y se fue a sus aposentos a meditar.

Pasaron los días y al rey no le convencía nada que alterara lo que durante tantos años se había estado haciendo en su reino y su descontento se veía acentuado por algunos consejeros que le ratificaban que aquello no podía traer nada bueno. Sin embargo, en las calles cada vez más gente compraba los objetos que -los artesanos más atrevidos- decoraban con los nuevos colores que surgieron de la mezcla de los de toda la vida; empezando incluso a realizar nuevas mezclas que hicieron aparecer el rosa, el marrón, el morado y un sinfín de colores que llenaron las calles de alegría.

Mientras tanto, el rey y algunos de sus asesores seguían encerrados en un gran salón pensando que aquello acabaría mal y que no se debía haber tomado, tan a la ligera, aquella cuestión; ya que lo que se había hecho durante toda la vida era un seguro para el futuro. Y… seguramente estaban llenos de razón, ya que si hasta ese momento todo había ido bien con sólo tres colores, no había razón para el cambio. La gente sin conocer nuevos colores había podido vivir perfectamente y por tanto aquello no debería continuar. Así que siguieron dándole vueltas y vueltas en sus cabezas y cada vez estaban más convencidos de sus razones. Hasta que cayeron en la cuenta de que no habían preguntado al pueblo, habían estado tan ensimismados con sus dudas dentro de los muros del palacio, que no se les había pasado por la cabeza salir a la calle a ver la reacción de la gente sobre el tremendo problema que había caído sobre el reino.

Aquella misma tarde, el rey convocó a su pueblo en la explanada frente al castillo, para preguntar y exponer todas sus dudas y miedos; pero cuál no sería su sorpresa que -al salir al balcón real- una nube de vestimentas, serpentinas y banderolas se agitaron, vitoreando a su rey por la alegría de colores que había traído a su reino. El rey miró a sus súbditos, subió las manos hacia el cielo para saludarlos y, a continuación, se las llevó a su pecho y nunca más sus miedos impidieron que su pueblo fuera feliz.

Autor : José Miguel de la Rosa Sánchez
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Mensaje  Paula Vie Sep 06, 2013 2:45 am

Los ojos eran verdes

La cosa empezó cuando, a media tarde, mientras mi amigo, encerrado en su despacho, ponía al día los muchos papeles atrasados, entró su hijo Carlito, el pequeño, y le preguntó: - Papá, ¿de qué color son los ojos de mamá?

Carlos tardó en reaccionar unos cuantos segundos. Y al final tartamudeó: ¿Qué has dicho? - Te pregunté de qué color son los ojos de mamá. Es que nos han pedido en el colegio una redacción sobre cómo es nuestra madre; el color del pelo me lo sé, pero el de los ojos....
El niño miraba a su padre con la exigencia de un inspector de impuestos; y Carlos cayó en la cuenta de que no podía responder a una pregunta tan elemental.. Se dio cuenta que, antes de casarse, se 'sabía' de memoria los ojos de su novia, pero que ahora, tras 22 años de casado lo había olvidado

El problema creció cuando tampoco Rosa, la hija mayor ni las otras tres hermanas lo sabían. Y los cinco sentían crecer, dentro de ellos, una enorme vergüenza.

Por eso, cuando Elisa regresó de la compra: -¡Verde! ¡Verde! ¡Verde! - Gritaron los cinco de la familia y Elisa no entendía nada al ver que los cinco de la casa contemplaban su rostro como si tuviera pintado monos en la cara. Y descubrían - o redescubrían - que los ojos de su madre y su esposa eran infinitamente más bonitos de lo que ellos imaginaban.
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Mensaje  Paula Vie Sep 06, 2013 2:45 am

Matriuska

Erase una vez un hombre que no le gustaba para nada y en absoluto la vida que estaba llevando, por lo que un día tomó la estricta determinación de dormirse para siempre y vivir una nueva vida dentro de un sueño. El problema radicaba que en dicho sueño, al estar muy cercano a la corteza de la razón, permitía que se filtrasen aquellos problemas que acosaban su vida consciente por lo que todos ellos volvían a reaparecer teniendo de nuevo una clara presencia. Entonces el hombre volvió a tomar la determinación de dormirse de nuevo y paulatinamente a sumergirse en otro sueño dentro del anterior sueño, pensando que así, tal vez, al alejarse un poquito más de la obtusa realidad los problemas desaparecerían para siempre. Pero claro, escapar no resultaba tan sencillo porque tarde o temprano un problema de su vida consciente afloraba, como si fuese una mala hierba, sobre la capa de sueño donde se encontrase, fuese donde fuese llevando al hombre al mayor de los desesperos.
Un día decidió enfrentarse a la realidad y poner sus problemas en fila, como las fichas de dominó y de un simple golpe acabar con cada uno de ellos. El problema era que estaba tan sumergido en cientos de miles de sueños que perdió el norte y jamás pudo regresar. Lo intento, mil y un millón de veces, pero no pudo alcanzar la salida. Es más aquellos problemas que habían florecido en las todas las capas ahora habían formado una espesa jungla llena de lianas y de monstruos implacables lleno de ojos que le escudriñaban con enorme e insaciable apetito.

Richard Archer
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Mensaje  Paula Vie Sep 06, 2013 2:46 am

Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la Ley. Pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde.
—Es posible —dice el guardián—, pero ahora, no.

Las puertas de la Ley están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice:
—Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso.Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero.

El campesino no había previsto semejantes dificultades. Después de todo, la Ley debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. Pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. El guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí permanece el hombre días y años. Muchas veces intenta entrar e importuna al
guardián con sus ruegos. El guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. Le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. El hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo —hasta lo más valioso— en sobornar al guardián. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo:
—Lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo.

Durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. Olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la Ley. Durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. Se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián.

Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la Ley. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. Le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse.
El guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino.
—¿Qué quieres saber ahora? –pregunta el guardián—. Eres insaciable.
—Todos buscan la Ley –dice el hombre—. ¿Y cómo es que en todos los años que llevo aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella?
El guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras.
—Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.

Franz Kafka, Cuentos, Ante la ley
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Mensaje  Paula Vie Sep 06, 2013 2:47 am

El ángel aún no estaba listo para bajar a la tierra. Sin embargo y mucho antes de lo que hubiera debido, lo hizo.

Inexperto, inseguro, pero con ansias de ayudar, posó sus pies por primera vez en suelo firme. Había escuchado hablar de la soledad, pero no se había quedado el tiempo suficiente para saber su verdadero significado.

¿Sería algo malo? ¿Algo bueno? ¿Una cosa? ¿Un lugar? ¡Eso! Seguro debía ser un lugar, pero si así era ¿Dónde estaba? Lamentó no haberse quedado más tiempo para que otros ángeles le hubiesen enseñado qué significado tenía esa palabra o, al menos, dónde quedaba.

Si no lo había aprendido en el cielo, lo averiguaría en la tierra. De dónde él venía, era difícil darse cuenta realmente de qué podía ser la soledad. Imaginó entonces que era algo meramente humano y por ende sólo entre los seres humanos la podía encontrar. No se equivocó.

Sin embargo, seguía desorientado y sin saber demasiado dónde y cómo empezar su búsqueda. Supuso entonces que observar a las personas sería un buen modo de comenzar, tampoco en eso se equivocó.

Desde la copa de un árbol observaba los rostros de la gente, la mayoría no parecía muy feliz. Observó durante días y se dio cuenta que no era suficiente, debía entonces escuchar y a escuchar se dispuso.

No tardó demasiado en enterarse de lo que era la soledad, la gente hablaba mucho de ella. Al principio el inexperto ángel estaba confundido. Parecía ser un estado, otras veces un sentimiento y hasta un lugar, pues si bien no se trataba de un lugar fijo, mucha gente se había instalado allí.

Tardó en entender que la gente podía estar sola, aun estando acompañada de muchos otros, como también le costó entender que ciertas personas que no tenían a nadie cerca no se sintiesen solos en absoluto.

¿Dónde se alojaba la soledad de la gente? ¿En sus hogares? ¿En sus mentes? No, sin dudas, no eran esos los lugares, podían parecer los correctos, pero no lo eran.

Y como siguió escuchando y muy atentamente, supo por fin que la verdadera soledad se aloja en el alma de las personas. Entendió en ese momento por qué la soledad no dependía de si las personas tenían alguien a su lado o no.

¿Cómo ayudar entonces? Un ángel no podía convertirse en un amigo, un hermano, un amor. No podía decir “habla, yo te escucho, me importa lo que tienes para decirme”.

El ángel se sintió confundido, había descendido antes de tiempo y no había llegado a escuchar cuál debía ser su misión en la tierra. Sin embargo, no le hizo falta subir nuevamente al cielo para saber lo que el Señor esperaba de él.

En lo más profundo de su corazón de ángel supo que su misión era sin dudas, paliar la soledad de los seres humanos.
Feliz de saber su cometido, pensó entonces en cómo llevarlo a cabo.

Si, como ya había visto, la soledad más profunda se alojaba en el alma de las personas, allí era dónde debía actuar.

Y fue así, como el ángel fue colocando un sueño en cada persona que realmente estaba sola. Un sueño acompaña, motiva, ilusiona, llena de esperanzas los corazones vacíos. Colocaba diferentes tipos de sueños, grandes, pequeños, pretensiosos, humildes.

El ángel que ya no era ni tan inexperto, ni tan inseguro aprendió que los seres humanos también tiene problemas para soñar y cuánto más grandes son, el problema es más grande también.

Y aquellas personas a las que el ángel ayudó, que fueron muchas por cierto, alojaron un sueño en su corazón y su alma ya no estuvo vacía ni se sintió sola. Aún mejor, la gran mayoría de esos nuevos soñadores fueron capaces de conectarse con otros y sintieron así una felicidad aún mayor, la de compartir un sueño y en esos seres, la soledad fue sólo un recuerdo lejano.

El ángel, que no tenía compañía ninguna en la tierra ni con su misión, nunca, jamás, experimentó esa soledad que resultó ser su gran desafío en la tierra.

Autor: Liana Castello
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Mensaje  Paula Vie Sep 06, 2013 2:48 am

Yulius y su oportunidad

Para un hombre, el mayor honor que podía tener en el Reino, era representar a éste en las Reinolimpiadas.

Para optar a la selección del más apto cada dos años se llevaban a cabo las pruebas que elegirían a los mejores.

Todos los hombres del Reino soñaban con llevar en el pecho el tan distinguido traje del “Reino de Yспех” y poder lucir toda su vida en el brazo la marca tatuada del “escudo del León” como marcaba la tradición, la cual solo pertenecía a los caballeros de las Reinolimpiadas.

A esta selección, la cual consistía en ser bueno en diversas disciplinas se podía presentar cualquier hombre del Reino que hubiera alcanzado la mayoría de edad, los dieciséis años.

Las selecciones eran duras, y requerían de habilidades con la espada, conocimientos de leyes, habilidades de construcción y estrategia, supervivencia, buena forma física y muchas más, que cada cuatro años darían con un hombre de lo más preparado, preparado para competir.

A esta selección se presentaban todo tipo de hombres, caballeros de la guardia real, guerreros, grandes eruditos y estrategas, y gente sin preparación, los cuales no tenían muchas opciones y acababan abandonando.

Sin embargo, había un caso especial, se llamaba Yulius, labrador de profesión, flacucho de complexión y se podría decir que sin mucha preparación, pues no pudo ir a la escuela ya que sus padres fallecieron cuando él tenía ocho años, y tuvo que ayudar en casa a su hermana mayor y pronto hacerse cargo de las granjas y campos que tenía su familia.

Yulius, por este entonces tenía cincuenta y dos años y llevaba presentándose a la selección desde que tenía dieciséis, pagando las pruebas de selección (las cuales eran muy caras) de su propio bolsillo con lo que ganaba de las granjas y los campos y sacrificando fiestas, viajes y demás disfrutes… Tampoco tenía mucho tiempo para entrenar y aprender, pero el poco que tenía lo aprovechaba al máximo.

Por aquel entonces, los resultados en las Reinolimpiadas iban de mal en peor y el “Reino de Yспех” estaba a punto de ser expulsado por los bajos resultados de la prueba.

-Este año es el mío- se decía Yulius

- Seguro que sí.

Mucha gente lo miraba mal, y decían este está muy viejo ya, otros comentaban está muy flaco y no puede ni con la espada, otros sabían de su condición de granjero y chismorreaban, otras decían que no sabía leer.

Pero lo curioso es que ese año, compitió muy bien, pasó la prueba de la espada frente a caballeros de la guardia real y guerreros del frente, las pruebas de leyes las sacó a la perfección y fue capaz de construir, idear y ganar la prueba de supervivencia.

Ante todo eso los demás caballeros le preguntaron que como había sido capaz y el siempre decía lo mismo; trabajo y constancia, respuesta que todos recibían todos los años cuando se presentaba a las pruebas e iba pasando alguna que otra prueba, y que al final se reían y chismorreaban porque nunca conseguía ser seleccionado.

Aquel año, con cincuenta y dos años Yulius fue el primero de todos y esto no era normal.

Unos decían que había hecho trampas, otros que tenía amenazados a los señores de la luz, los que elegían, otros decían que era obra de Dios.

El suceso corrió de boca en boca por todo el Reino y llegó a oídos del Rey.

¡Imposible! Un hombre viejo y desfigurado no puede representarnos.

¡Vamos a ser el hazme reír de las Reinolimpiadas y nos vamos a quedar sin ir los próximos años si hacemos eso!

¡Es imposible que haya podido pasar las pruebas sólo, ha tenido que ser ayudado!

Los señores de la luz, que llevaban a cabo el proceso de elección, le dijeron que todo había sido correcto y que lo había conseguido por sus propios medios.

Entonces el Rey decidió ir a ver en persona a Yulius, montó su caballo y con su guardia real partió a la humilde casa de Yulius.

-¿Quién es?-Dijo Yulius

-¡Su majestad el Rey! ¡Abra o tiramos la puerta abajo!-Dijo un guardia del Rey

Yulius abrió la puerta y se encontró cara a cara con el rey el cual al ver el brillo de sus ojos parece que se le esfumó la rabia que llevaba y le preguntó con delicadeza y educación;

-¿Usted es Yulius?

-Si Majestad, a sus pies

-Dígame Yulius, ¿Cómo con sus cincuenta y dos años ha podido pasar las pruebas, si lleva ocho veces presentándose, con el coste que eso lleva y nunca ha pasado unas pruebas u otras? ¿Sabía usted que a estas pruebas se presentan los mejores preparados del Reino en las diversas disciplinas? ¿Sabe lo que ha conseguido?

-¿Cómo lo ha hecho?

-Mire señor, le seré franco, yo nunca he sido el mejor… la primera vez que me presenté me faltaba experiencia, la segunda como no sabía leer no saqué las leyes, en otras tantas me falló la supervivencia, mire mi aspecto, tampoco era muy hábil con la espada y me ha costado mucho esfuerzo adquirir la habilidad… pero yo tengo una cosa que los demás no tienen.

-¡Yo sé que nunca he fracasado!

Los caballeros empezaron a reírse, y a chismorrear;

-Pero, ¡si llevas treinta años intentándolo!- decía uno

-¿Dónde está tu escudo tatuado?- se burlaba otro

- Mira en el palacio que vive, ya veo como ha invertido lo ganado por haber representado al Reino

-¡Tramposo!-Gritaba el gentío

Todos chismorreaban y se reían, todos menos uno;

El rey… que lo seguía mirando de cerca, y cuya rabia se había transformado en complicidad y en ganas de comprender a aquel humilde granjero le preguntó;

-¿Por qué dice eso Yulius? ¿Cómo que no ha fracasado nunca?

-Yo no he fracasado nunca se lo aseguro, sino que he aprendido mil movimientos y posiciones en las que no se debe combatir, mil y una formas de crear una cabaña, mil y dos formas de cazar animales y aguantar el frío, de sobrevivir, mil y tres formas de memorizar leyes, porque a diferencia de los demás donde ellos veían un fracaso, yo vi una oportunidad.

El Rey estrechó su mano a Yulius y le dijo:

-Usted es nuestro hombre, seguro que lo hará muy bien.

Autor: Luis Pisa Tolosa
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Mensaje  Paula Vie Sep 06, 2013 2:48 am

Valle Luna

El sol se levanta de su breve letargo para abrazar calurosamente una tierra alegre, fértil, viva.

Suelo amado que desde su interior nace un lago hermosísimo, el cual tiene la bondad de dar vida a cuantos animales beben de sus benditas aguas. Lo grandioso ocurre cada cierto tiempo en que la luna pareciese ser una con el lago. Ese reflejo causa un efecto milagroso: todos al beber se sienten jóvenes sin importar las enfermedades y la edad que tengan.

Sin embargo, una mañana de abril pasó una desventura.

-¿Qué ocurrió? -preguntó la amiga iguana.

-El lago se secó -afirmó el quetzal mientras volaba anunciando tan desastrosa noticia.

No se dieron cuenta del mal que se estaba suscitando pues desde siempre todos han tomado de aquella fuente sin ver que poco a poco se secaba.

-Si llega la luna y no encuentra el lago nunca más podremos tenerlo –muy preocupada movía la cabeza la tortuga-

-¿Qué haremos?

-Hay que buscar el culpable -dijeron algunos como si con echarles la culpa a los demás el problema se resolvería.

Esto causó tal conmoción que empezaron a culparse y a justificarse, creando una interminable conmoción.

-Es culpa del tigre, pues bebe demasiada agua.

-No. Los culpables son las cientos aves quienes se bañan todos los días.

-No. Los elefantes son los más grandes y por lo tanto fueron los que gastaron más nuestro preciado líquido.

Y así siguieron discutiendo, pero el lago seguía seco. Los días pasaron y comenzaron a sufrir por la falta del vital líquido.

Todos sabían lo que pasaría cuando la luna llegase: El lago dejaría de existir.

De pronto cuando creyeron presenciar el último ocaso fugaz, haciendo su recorrido hacía su tradicional descenso, hacia su último “hasta mañana”; todos miraban decepcionados y perplejos un eminente desastre.

La luna la que una vez fue su bendición, saldría en cualquier momento para provocar su más terrible pesadilla de su sociedad.

Entre tanto silencio, algo extraño ocurre; una ardilla comienza a presionar el fondo del lago, alguien piensa que no es mala idea y comienza a imitarla. Pero nada ocurre. Luego se suman otros; y para asombro de todos sus pies se humedecieron. Esto motivo que finalmente y como un rito sagrado de súplica todos comienzan a presionar hasta que sus pies se empaparan con la vida que surgía del suelo.

Con aquella maravilla ninguno se quedó en su lugar convirtiendo al Valle Luna en una fusión de multicolores y sonidos estridentes. Todos tenían un solo objetivo y necesidad. Cuando entendieron esto, la vida que una vez se había ido, comenzó a emerger.

La alegría volvió al valle de la luna y desde entonces jamás volvieron a abusar de lo mucho que tenían.

Autor: Danny Vega Méndez
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Mensaje  Paula Vie Sep 06, 2013 2:49 am

Caminando…

Una vez escuché a alguien decir que un hombre camina siempre a cuestas con su propia casa, porque el hogar está, ante todo, en la mente… Y me puse a pensar y llegué a una conclusión: así es.

En la cabeza se tienen los muebles mentales más importantes. Nos preocupamos porque nuestra casa esté limpia y en orden y nos olvidamos muchas veces de hacer lo mismo con nuestro pensamiento. Al pensamiento también hay que pasarle el trapo del polvo, quitarle manchas, restos de momentos ya pasados, ya vencidos, hay que sacarle brillo y asegurarnos de que todas las ideas están bien colocadas, ocupando un buen espacio, todo en su sitio.

Una vez escuché a alguien decir que un hombre camina siempre a cuestas con su propio pensamiento y que ese pensamiento conforma su hogar y que ese hogar, allá donde esté, construye su camino… por eso no hay distancias, ni adioses, ni esperas, ni despedidas, ni llantos ni temores, ni olvidos, sólo cambios de lugar físicos y acomodos mentales sanos, buenos y positivos en las distintas etapas que van llegando a una vida.

Una vez escuché a alguien decir que un hombre lleva siempre a cuestas su hogar, su pensamiento, su mochila de sueños, sus personas queridas, sus… paré en seco y medité: no era una voz extraña… ¡era yo!… allanando el camino.

Autor: Cristina Mena
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Mensaje  Paula Vie Sep 06, 2013 2:49 am

Maneras de ver las cosas

Mi mujer y yo estábamos sentados a la mesa en la reunión de mis excompañer@s de universidad.

Yo contemplaba a una mujer sentada en una mesa vecina, totalmente borracha que se mecía con su bebida en la mano.

Mi mujer me preguntó: – ¿La conoces? – Sí -suspiré-, es mi ex-novia. Supe que se dio a la bebida cuando nos separamos hace algunos años y me dijeron que nunca más estuvo sobria.

– ¡Dios mío! – exclamó mi mujer ¡Quién diría que una persona puede celebrar algo durante tanto tiempo!

Moraleja : Siempre hay dos maneras de ver las cosas …
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Mensaje  Paula Vie Sep 06, 2013 2:50 am

Avivar la Llama Interior

Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.

Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.

Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?

El rey le dijo: “Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré”.

Al término del paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis riquezas?”

La persona respondió: “No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara”.

El rey le dijo: “Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera”
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Mensaje  Paula Vie Sep 06, 2013 2:50 am

En manos del destino

Un gran general, llamado Nobunaga, había tomado la decisión de atacar al enemigo, a pesar de que sus tropas fueran ampliamente inferiores en número. Él estaba seguro que vencerían, pero sus hombres no lo creían mucho. En el camino, Nobunaga se detuvo delante de un santuario Shinto. Declaró a sus guerreros:

- "Voy a recogerme y a pedir la ayuda de los kamis. Después lanzaré una moneda. Si sale cara venceremos, si sale cruz perderemos. Estamos en las manos del destino."

Después de haberse recogido unos instantes, Nobunaga salió del templo y arrojó una moneda. Salió cara. La moral de las tropas se inflamó de golpe. Los guerreros, firmemente convencidos de salir victoriosos combatieron con una intrepidez tan extraordinaria que ganaron la batalla rápidamente.

Después de la victoria, el ayuda de campo del general le dijo:

- "Nadie puede cambiar el destino. Esta victoria inesperada es una nueva prueba."

- "¿Quién sabe?", respondió el general, al mismo tiempo que le enseñaba una moneda... trucada, que tenía cara en ambos lados.
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Mensaje  Paula Vie Sep 20, 2013 4:45 am

LA VIDA EN BICICLETA...

En cierta ocasión durante un seminario para matrimonios, le preguntaron a un Hombre:

- ¿Te hace feliz tu esposa, verdaderamente te hace feliz?

En ese momento la esposa levantó ligeramente el cuello en señal de seguridad, sabía que su esposo diría que sí, pues él jamás se había quejado durante su matrimonio. Sin embargo el esposo respondió con un rotundo

- No, no me hace feliz !!!

Y ante el asombro de la mujer… continuó:

- No me hace feliz ¡Yo soy feliz! El que yo sea feliz o no, eso no depende de ella, sino de mí. Yo soy la única persona, de quien depende, mi felicidad. Yo determino ser feliz en cada situación y en cada momento de mi vida, pues si mi felicidad dependiera de alguna persona, cosa ó circunstancia sobre la faz de esta tierra, yo estaría en serios problemas. Todo lo que existe en esta vida, cambia continuamente, el ser humano, las riquezas, mi cuerpo, el clima, los placeres, etc. Y así podría decir una lista interminable.

A través de toda mi vida, he aprendido algo: decido ser feliz y lo demás lo llamo. ‘experiencias’, amar, perdonar, ayudar, comprender, aceptar, escuchar, consolar.

Hay gente que dice:

- No puedo ser feliz porque estoy enfermo, porque no tengo dinero, porque hace mucho calor, porque alguien me insultó, porque alguien ha dejado de amarme, porque alguien no me valoró…

Pero lo que no sabes es que puedes ser feliz aunque estés enfermo, aunque haga calor, aunque no tengas dinero, aunque alguien te haya insultado, aunque alguien no te amó, o no te haya valorado.

La vida es como andar en bicicleta, te caes, solo si dejas de pedalear...
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Mensaje  victoria. Vie Sep 20, 2013 5:53 am

Vestiduras

Cierto día Belleza y Fealdad se encontraron a orillas del mar.
Y se dijeron:
- Bañémonos en el mar.

Entonces se desvistieron y nadaron en las aguas. Instantes más tarde Fealdad regresó a la costa y se vistió con las ropas de Belleza, y luego partió. Belleza también salió del mar, pero no halló sus vestiduras, y era demasiado tímida para quedarse desnuda, así que se vistió con las ropas de Fealdad. Y Belleza también siguió su camino.

Y hasta hoy día hombres y mujeres confunden una con la otra.

Sin embargo, algunos hay que contemplan el rostro de Belleza y saben que no lleva sus vestiduras. Y algunos otros que conocen el rostro de Fealdad, y sus ropas, no lo ocultan a sus ojos.

Cuento del libro “El Vagabundo” de Gibrán Jalil Gibrán
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Mensaje  Paula Sáb Sep 28, 2013 1:19 am

Todos, Alguien, Cualquiera y Nadie

Hay un viejo cuento con cuatro personajes: Todos, Alguien, Cualquiera y Nadie.
Ocurre que había que hacer un trabajo importante y Todos sabían que Alguien lo haría. Cualquiera podría haberlo hecho, pero Nadie lo hizo.
Alguien se enojo cuando se entero, porque le hubiera correspondido a Todos. El resultado fue que Todos creían que lo haría Cualquiera, y Nadie se dio cuenta de que Alguien no lo haría. ¿Cómo termina la historia? Alguien reprochó a Todos porque en realidad Nadie hizo lo que hubiera podido hacer Cualquiera.
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Mensaje  Paula Sáb Sep 28, 2013 1:21 am

EL ASPECTO DEL CORAJE
   
Yo sé cual es el aspecto del coraje. Lo vi durante un viaje en avión, hace seis años. Sólo ahora puedo contarlo sin que se me llenen los ojos de lágrimas.

Cuando nuestro avión despegó del aeropuerto de Orlando, aquel viernes por la mañana, llevaba a bordo a un grupo elegante y lleno de energía. El primer vuelo de la mañana era el preferido de los profesionales que iban a Atlanta por asuntos de negocios. A mí alrededor había mucho traje caro, mucho peinado de estilista, portafolios de cuero y todos los aderezos del viajante avezado. Me instalé en el asiento con algo liviano para leer durante el viaje.

Inmediatamente después del despegue, notamos que algo andaba mal. El avión se bamboleaba y tendía a desviarse hacia la izquierda. Todos los viajeros experimentados, incluida yo, intercambiamos sonrisas sabedoras. Era un modo de comunicarnos que todos conocíamos esos pequeños problemas. Cuando uno viaja mucho, se familiariza con esas cosas y aprende a tomarlas con desenvoltura.

La desenvoltura no nos duró mucho. Minutos después nuestro avión empezó a perder altura, con un ala inclinada hacia abajo. El aparato ascendió un poco, pero de nada le sirvió. El piloto no tardó en hacer un grave anuncio: -Tenemos algunas dificultades-dijo-:En este momento parece que no tenemos dirección de proa. Nuestros indicadores señalan que falla el sistema hidráulico, por lo cual vamos a regresar al Aeropuerto de Orlando. Debido a la falta de hidráulica, no estamos seguros de poder bajar el tren de aterrizaje. Por lo tanto, los auxiliares de vuelo prepararán a los señores pasajeros para un aterrizaje de emergencia. Además, si miran por las ventanillas verán que estamos arrojando combustible. Queremos tener la menor cantidad posible en los tanques, por si el aterrizaje resulta muy brusco.

En otras palabras, íbamos a estrellarnos. No conozco espectáculo más apabullante que el de esos cientos de litros de combustible pasando a chorros junto a mi ventanilla. Los auxiliares de vuelo nos ayudaron a instalarnos bien y reconfortaron a los que ya daban señales de histeria.

Al observar a mis compañeros de vuelo, me llamó la atención el cambio general de semblante. A muchos se los veía ya muy asustados. Hasta los más estoicos se habían puesto pálidos y ceñudos. Estaban literalmente grises, aunque me costara creerlo. No había una sola excepción. "Nadie se enfrenta a la muerte sin miedo", pensé. Todo el mundo había perdido la compostura, de un modo u otro.

Comencé a buscar entre el pasaje a una sola persona que mantuviera la serenidad y la paz que en esos casos brindan un verdadero coraje o una fe sincera. No veía a ninguna.

Sin embargo, un par de filas a la izquierda sonaba una serena voz femenina, que hablaba en un tono absolutamente normal, sin temblores ni tensión. Era una voz encantadora, sedante. Yo tenía que encontrar a su dueña.

A mí alrededor se oían llantos, gemidos y gritos. Algunos hombres mantenían la compostura, pero aferrados a los brazos del asiento y con los dientes apretados; toda su actitud reflejaba miedo.

Aunque mi fe me protegía de la histeria, yo tampoco habría podido hablar con la calma y la dulzura que encerraba esa voz tranquilizadora. Por fin la vi.

En medio de todo ese caos, una madre hablaba con su hija. Aparentaba unos treinta y cinco años y no tenía rasgo alguno que llamara la atención. Su hijita, de unos cuatro años, la escuchaba con mucha atención, como si percibiera la importancia de las palabras. La madre la miraba a los ojos, tan fija y apasionadamente que parecía aislarse de la angustia y el miedo reinantes a su lado.

En ese momento recordé a otra niñita que, poco tiempo antes, había sobrevivido a un terrible accidente de aviación. Se creía que debía la vida al hecho de que su madre hubiera ceñido el cinturón de seguridad sobre su propio cuerpo, con su hija atrás, a fin de protegerla. La madre no sobrevivió. La pequeña pasó varias semanas bajo tratamiento psicológico para evitar los sentimientos de culpa que suelen perseguir a los sobrevivientes.

Se le dijo, una y otra vez, que la desaparición de la madre no era culpa de ella.

Rezando porque esta situación no acabara igual, agucé el oído para saber qué decía esa mujer a su hija. Necesitaba escuchar.
Por fin, algún milagro me permitió distinguir lo que decía esa voz suave, segura y tranquilizante. Eran las mismas frases, repetidas una y otra vez.

-Te quiero muchísimo. Sabes, ¿verdad? , que te quiero más que a nadie. -Sí, mami- repuso la niña.
-Pase lo que pase, recuerda siempre que te quiero. Y que eres buena. A veces suceden cosas que no son culpa de uno. Eres una niña muy buena y mi amor te acompañará siempre.

Luego la madre cubrió con su cuerpo el de su hija, abrochó el cinturón de seguridad sobre ambas y se preparó para el desastre.
Por motivos ajenos a esta tierra, el tren de aterrizaje funcionó y nuestro descenso no fue la tragedia que esperábamos. Todo terminó en pocos segundos.

La voz que oí aquel día no había vacilado ni por un instante, sin expresar duda alguna, y mantuvo una serenidad que parecía emocional y físicamente imposible. Ninguno de nosotros, avezados profesionales habría podido hablar sin que le temblara la voz. Sólo el mayor de los corajes, ayudado por un amor más grande aún, pudo haber sostenido a esa madre y elevarla por sobre el caos que la rodeaba.

Esa mamá me demostró cómo es un verdadero héroe. Y en esos pocos minutos oí la voz del coraje.
 
Autor: Casey Hawley
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Mensaje  victoria. Lun Oct 07, 2013 8:43 am

Papá

Una vez una niñita de tan solo 5 años de edad de pregunto a su papá que le daría de regalo de cumpleaños, el no supo que contestar y ella al ver que no respondía le pidió que fuera algo muy especial algo que solo él pudiera darle y que ella lo guardaría con mucho amor.

Pasaron 10 años y la niña, ahora convertida en casi una señorita enferma, decían los doctores que era su corazón que estaba débil y que no soportaría mucho tiempo, necesitaba un corazón nuevo pero no había un donante.

Al otro día algo paso y pudieron operar a la chica y ya casi recuperada vio a su padre sentado junto a su cama y con el rostro feliz le dijo, después de 10 años, ahora puedo contestar que puedo regalarte y espero lo guardes con mucho amor, yo viví los años más hermosos a tu lado y los seguiré viviendo dentro de ti. Cuando el viento de a tu cara será mi aliento, cuando las hojas de los árboles rocen tus manos serán las mías y cuando tu rostro dibuje una sonrisa es que estoy en tu recuerdo como algo bonito de tu vida, te quiero y dejo en ti mi corazón. Antes de que ella pudiera contestar el tomo su mano y le dio un beso en la palma la cerro y salió del cuarto.

Cuando su madre entro ella sonreía, y le pidió a su mamá que la llevará a donde estaba su Padre. Al llegar al cementerio sintió en su rostro el viento fresco y suave y quiso llorar pero en ese momento las hojas de un árbol cayeron justo en sus manos no se había dado cuenta de que llevaba aún su mano cerrada y al abrirla tenía una hoja de árbol que parecía recién cortada y una sonrisa dibujo en su rostro y dijo, siempre estarás en mi mente, en mi vida y en mi corazón Gracias Papá.
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Mensaje  victoria. Lun Oct 07, 2013 8:44 am

Un carro, un hermoso carro está ahí. Si no hubiese nadie sobre la tierra, ¿cuál sería el valor del carro? ¿Quién lo apreciaría? ¿Quién se preocuparía de él? Los pájaros ni siquiera lo mirarían, los animales ni se preocuparían. Nadie le prestaría ninguna atención -se podriría, se convertiría en chatarra. Pero cuando el hombre está ahí es valioso. ¿De dónde nace el valor? Nace de tu deseo: si lo deseas es valioso; si no lo deseas el valor desaparece. El valor no está en una cosa, está en tu deseo.

(Extracto de: La semilla de mostaza, Osho)
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Mensaje  victoria. Lun Oct 07, 2013 8:45 am

La figura de madera.

Al bajar del autobús, camino del colegio, Rodrigo paseaba todos los días cerca de una chabola, que estaba al lado de un viejo caserón.
La chabola estaba hecha de ladrillos viejos y maderas, con el techo de aluminio y las ventanas de plástico.
Sentados en la puerta, unos niños de corta edad, el pequeño apenas balbuceaba dos palabras nada más.
Al ver a Rodrigo se quedaban embobados viendo sus bonitas ropas y su cartera y entre ellos murmuraban: ¡Qué feliz será ese niño, con tantas cositas bellas y una buena cazadora que le calma del frío en el invierno!.
¿Seguro que vivirá en una linda casita, rodeado de gente que le quiere, tendrá juguetes y una cama dónde dormir.Tendrá un colegio, una maestra, que le enseñará del mundo todo lo más hermoso y le contará historias.Aprenderá ha hacer números y a leer muchos cuentos.Podría ir al parque, al zoo y de excursión.Tendría unos amigos con los que jugar al fútbol.

Rodrigo escuchaba sus voces infantiles y el balbuceo del más pequeño y su cara inocente de niño tierno se llenaba de lágrimas y desconsuelo.
El, hizo lo que pudo por ayudarles, les traía ropa y alimentos muchas veces, pero eso no era todo lo que él quería, no era lo justo, que les debía ofrecer la vida.
Los niños deberían tener derecho a que sus sueños les hicieran crecer, a no pasar hambre, miserias ni sed.
Derecho a aprenderlo todo sobre la libertad, a ser solidario y a saber amar.

Rodrigo volvió a aquella casita, un día un chaval le dio en su manita, una figura de madera que el mismo había tallado con un viejo cuchillo y muchas horas de trabajo.
Era la figura de un niño que el mismo había pintado, era un niño de cabellos rubios y pelo rizado. La cara llena de bondad, que refleja un alma límpia.
Al cogerlo Rodrigo lloró, al sentir la gratitud del chaval.
Hay cosas que sólo se pagan con amor y llenan el alma de paz.
Rodrigo siguió paseando por allí, hasta que un día se hizo mayor, dejo el colegio y se marchó y nunca más volvió.

Pero en una estantería de su habitación guardado en un sitio muy especial, tiene un tesoro, un tesoro de amor que un día le talló un chaval.
Es algo tan valioso para él, que en los momentos bajos de moral,lo mira y empieza a crecer y la fuerza del recuerdo es tan poderosaque vuelve a sentirse ilusionado casi sin darse cuenta.
victoria.
victoria.
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